Hechos 2:1-21
Cualquier lectura del relato de Pentecostés en Hechos 2, revelaría una serie de verdades con las que estamos familiarizados: fue un acontecimiento global, espectacular, simbólico, innovador y transformador. Sabemos muy bien que el don del Espíritu derramado en Pentecostés ofreció a las personas creyentes, las de entonces y las de ahora, algunas promesas fundamentales:
Tomando como base Hechos 2, y considerando la época en la que vivimos, hay tres pasiones que debemos ejercer como comunidad eclesial: 1. Pasión por la evangelización - Una iglesia apasionada por salir. Hechos 2:41-47: Así, pues, los que recibieron su mensaje fueron bautizados y aquel día se unieron a la iglesia unas tres mil personas. Y cada día el Señor añadía al grupo los que iban siendo salvos. ¿Tenemos pasión por salir? ¿Para recorrer los rincones y las grietas de nuestros espacios, incluso aquellos donde abundan la violencia, el abuso y el terror? ¿O nuestro objetivo principal es que la gente venga a nuestro encuentro? Hay dos cosas fundamentales cuando una iglesia siente pasión por salir: En primer lugar, la iglesia apasionada debe tener la Visión de Dios - Dios nos invita a ver nuestras experiencias contextuales a través de unas lentes divinas. Donde vemos desilusión, Dios ve posibilidades; donde vemos desesperación, Dios ve esperanza; donde vemos destrucción, Dios ve restauración y renovación; donde vemos lo imposible, Dios ve lo posible; donde vemos obstáculos a la participación en el ministerio, Dios ve peldaños; donde vemos gente malhumorada e intolerante, Dios ve personas santas en potencia; donde vemos fracaso, Dios ve una posible vida nueva. Si no podemos ver la posibilidad de aumentar nuestros números diariamente a través del ministerio de la evangelización, entonces créanme que la pasión por salir no existe o ha disminuido. En segundo lugar, una iglesia con pasión por salir necesita un Compromiso Activo. El texto deja claro que Dios no hará tanto por nosotros y nosotras como aquellos que hará con nosotros y nosotras. Una iglesia sin pasión por la evangelización, nos guste o no, lo aceptemos o no, ¡muere lenta y definitivamente! 2. En segundo lugar, una pasión por el discipulado: una iglesia apasionada por crecer. Hechos 2:42: Se mantenían firmes en la enseñanza de los apóstoles, en la comunión, en el partimiento del pan y en la oración. ¿Existe una pasión por el discipulado expresada como un profundo deseo de comprender las Escrituras como "lámpara y luz", una pasión por la oración en lugar de mera palabrería; un encuentro en unidad en rica y gratificante comunión y una reunión en torno a los símbolos de los dones del Dios de gracia, paz y amor en la Mesa de la Comunión? Estos son los elementos del discipulado, aprender sobre Dios, la Palabra de Dios, practicar las disciplinas espirituales, y vivir nuestra vocación de estar en mutua comunión. La historia del peregrinaje de nuestras comunidades celebrativas hasta este punto, ¿evidencia pasión por el discipulado? ¿Estamos creciendo en número y creciendo de la misma manera en nuestro discipulado? 3. Una pasión por el ministerio – Una iglesia con pasión por dar. Hechos 2:44: Todos los creyentes estaban juntos y tenían todo en común. Vendían propiedades y posesiones para asegurar que las necesidades fueran satisfechas, compartían espacio y tiempo con integridad, y disfrutaban del favor de la gente. La iglesia primitiva se dedicaba con pasión al ministerio, que tenía sus fundamentos en el principio de una comunidad que satisfacía las necesidades, caracterizada por la voluntad de dar de sí misma y de sus posesiones para el mayor bien de todas las personas. Una comunidad en la que la solidaridad, la efervescencia y la defensa de las personas desheredadas y marginadas eran características vitales. Tomemos nota de que fue esta característica comunitaria de conexión la que les permitió aumentar su número cada día. No sólo hablaban por hablar, sino que hacían lo que decían. Había integridad en lo que decían y hacían en sus acciones ministeriales. Estaban claramente ausentes elementos como el paternalismo, el compromiso a distancia; no era una piedad caracterizada por niveles de jerarquía; todo estaba en común. Cuando una iglesia siente pasión por dar, entonces, cuando me lamento, hay suficientes personas dispuestas a compartir mi lamento. Cuando lloro, cuando lucho, cuando no tengo voz, cuando siento impotencia... lo hacemos cuando compartimos nuestro tiempo, nuestro talento y nuestro tesoro... Una Iglesia Postpentecostal comparte una visión y una misión comunes, expresadas y ejercidas en un ministerio común: pasión por la evangelización, pasión por el discipulado y pasión por el ministerio. —Norbert D. Stephens Secretario General La Iglesia Unida en Jamaica y las Islas Caimán
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September 2024
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