Lecturas bíblicas: Proverbios 21:13-15, Mateo 23:23-25
Cuando se hace justicia, se alegra el justo y tiembla el malhechor. (Proverbios 21:15) Justicia, la misericordia y la fidelidad -- Debían haber practicado esto. (Mate0 23:23b) Ya desde el inicio, el Libro de los Proverbios se propone ofrecer sabiduría e instrucción para "adquirir sabiduría y disciplina” y “para discernir palabras de inteligencia" (1:2). A lo largo de sus oráculos de sabiduría, el llamado a actuar con justicia y a procurar la rectitud es un estribillo constante, compartido con tenacidad y afirmado como más aceptable para Dios que el sacrificio. En una perla de sabiduría de una sola frase, el orador da testimonio de la alegría de las personas justas cuando alcanzan justicia. Pero la justicia molesta a quienes obran con maldad. Como personas cristianas, más allá de nuestras separaciones, deberíamos buscar la unidad en la alegría cuando se hace justicia, y prepararnos para permanecer en unidad cuando esta justicia genera oposición. Cuando hacemos lo que nos pide el Creador y nos atrevemos a buscar la justicia, podemos encontrarnos con una resistencia y una oposición incontrolable a cualquier intento de arreglar las cosas para las personas más vulnerables de entre nosotros y nosotras. Quienes se benefician de los sistemas y estructuras fortalecidos por la supremacía blanca y por otras ideologías opresivas como el "casticismo" y el patriarcado, tratarán de retrasar y de impedir la justicia, a menudo con violencia. Pero buscar la justicia es golpear el corazón de los poderes, abriendo espacio para un orden justo y para la sabiduría perdurable de Dios en un mundo que, frecuentemente, no se conmueve por el sufrimiento. Y, sin embargo, hay alegría en hacer lo que es justo. Hay alegría en afirmar que "las vidas negras importan" al procurar justicia para las amadas personas oprimidas, dominadas y explotadas de Dios. Hay alegría en acompañar los Jueves de Negro - el movimiento en el que decimos un gran No a la violencia sexual de género. Hay alegría en buscar la reconciliación con otros cristianos y cristianas para que podamos servir mejor a la proclamación del Reino de Dios. Dejemos que esa alegría se exprese mediante nuestras experiencias compartidas de la presencia de Dios en comunidad, tanto en los espacios conocidos y como en los espacios desconocidos donde Dios camina con su pueblo hacia la sanación, la reconciliación y la unidad en Cristo. Desafío de la unidad cristiana: ¿Cómo podemos, como iglesias miembros de la Comunión Mundial de Iglesias Reformadas, apoyarnos mutuamente para resistir la oposición que pueda surgir al buscar que se haga justicia? Rev. Dr. Japhet Ndhlovu Ministro ejecutivo – Unidad de Iglesia en Misión – La Iglesia Unida de Canadá
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Porque nos ha nacido un niño,
se nos ha concedido un hijo; la soberanía reposará sobre sus hombros, y se le darán estos nombres: Consejero admirable, Dios fuerte, Padre eterno, Príncipe de paz. — Isaías 9:6 La venida del Cristo Con estas palabras tan familiares, el profeta Isaías predice la venida de Jesucristo, el hijo de Dios que estará con nosotros y nosotras (Mateo 1:23) y que quitará los pecados del mundo (Hebreos 9:28). Como personas cristianas, todas conocemos y hemos internalizado la esencia de esta verdad teológica y práctica: que, como resultado del pecado del ser humano y de que "no dimos en el blanco" del deseo de Dios para la humanidad, Dios mismo, por abundancia de amor hacia su pueblo, envió a su Hijo Jesucristo para que se encarnara entre nosotros y nosotras. Su Hijo sufrió todas las indignidades y, finalmente, la muerte en una cruz por acercarnos y devolvernos la plena relación con Dios Padre. En Navidad celebramos la venida de Cristo y nos alegramos por su encarnación. El dilema: encontrar la esperanza en medio del pecado No obstante, seguimos viviendo en un mundo caído y en pecado. Aunque Cristo vino a salvarnos, hay muchos elementos y circunstancias de esta creación que no podemos controlar. Pero hay otras cosas de las cuales sí se nos pide que nos hagamos responsables. Esta última categoría tiene que ver con los mandatos que Jesús nos dio incluso cuando era llevado de regreso al Padre luego de su crucifixión y resurrección. Jesús nos recuerda que el mandamiento más importante es amar a Dios y amarnos las personas las unas a las otras, así como nos amamos a nosotras mismas. Vivimos en la realidad de un mundo y de un pueblo por los que Cristo dio su vida y, sin embargo, aun sufrimos muchas de las aflicciones de vivir en un mundo quebrantado por causa del pecado. Cristo vino a traernos esperanza, y nosotros y nosotras recibimos el llamado a vivir en la realidad de esta esperanza y a ser una luz que señale hacia Él para que el resto del mundo pueda verlo. Este es el llamado de la Iglesia: esta es la realidad en la que Dios nos ordena vivir cotidianamente. En los últimos meses tuve la oportunidad de reflexionar sobre el significado de estas verdades y sobre las aparentes polaridades a las que hacen referencia. La esperanza y el amor vienen de Cristo, y existen en medio del pecado, la destrucción y el odio que habitan de manera permanente nuestro mundo. Lo más probable es que, sea cual sea la geografía en la que vivas o el llamado que Dios haya puesto en tu vida, sigas enfrentándote a esta polaridad. Cristo nos llama a la esperanza y al amor y, sin embargo, el mundo a menudo nos muestra un menú diario de odio y destrucción. ¿Qué debemos hacer? Nuestra respuesta: alabanza y adoración Creo que la Biblia nos ofrece muchas historias e imágenes con una adecuada respuesta a este dilema. En medio de todas nuestras circunstancias, en medio de nuestro dolor, incluso cuando vivimos en una realidad conflictiva, somos llamados y llamadas a adorar y a alabar a Dios. Esto ha sido así desde el momento en que los primeros israelitas fueron liberados del cautiverio en Egipto hasta nuestros días. La primera tarea encomendada a aquella comunidad israelita no fue enfrentarse a sus enemigos, sino que se les ordenó abrazar a Dios por medio de la adoración. Con Dios como director, construyeron el tabernáculo y crearon una cultura y un proceso por el cual Dios sería recordado y adorado día a día. Como he oído decir a muchas personas predicadoras en medio de nuestro dolor: debemos "alabar a Dios de cualquier manera, porque es digno de ser alabado". Al hacerlo, vivimos en la realidad de la esperanza que Cristo nos ofrece. Esta esperanza, inspirada por el Espíritu Santo, habita en medio nuestro y nos permite hacer grandes cosas incluso a pesar de nosotros y de nosotras. Esta esperanza nos permite vivir en este mundo pecaminoso, al tiempo que nos revela que existe un camino mejor. Este camino mejor es diferente, es el camino de Cristo, el camino del amor - el camino que ordena nuestro rumbo aun mientras anticipamos la segunda venida perfeccionadora de Cristo. Celebra la Navidad Estés donde estés en esta Navidad, debes saber que nunca estás en soledad y que Dios nunca está lejos de ti. Puedes vivir la certeza de esta realidad incluso cuando adoras y alabas a Dios, alabándole de cualquier manera independientemente de tus circunstancias. En los últimos meses, he tenido el privilegio de viajar por varios estados e internacionalmente para visitar a familiares y amistades, y me ha sorprendido una cosa. Dondequiera que he ido, los preparativos para la Navidad generan una gran emoción - acerca de la preparación para celebrar lo que Dios ha hecho al mostrar su amor por nosotros y nosotras. Tanto si celebramos la Navidad en un lugar donde nieva copiosamente, como si paneas hace un poco de frío, o en un clima tropical, lo único que permanece inalterable es esta verdad: que Cristo vino a restaurar nuestras vidas, la de sus hijos e hijas, y a darnos la oportunidad de invocar su nombre en la oración, en el culto y en la vida. Dios nos llama, no sólo a vivir en la esperanza que Él nos ofrece, sino que nos llama a vivir de tal manera que nuestra esperanza sea evidente para todas las personas. Nuestra esperanza debe reflejar quiénes somos por medio del poder del Espíritu Santo - nuestra esperanza debe darnos el poder de hacer aquello que Dios nos ha ordenado hacer. Nuestra esperanza debe animarnos a amar a Dios y a amarnos mutuamente de un modo profundo. Oraciones por el mundo Existen muchos conflictos y muchas tragedias actualmente en nuestro mundo. Se puede argumentar que cada conflicto importante que enfrenta nuestro mundo tuvo su origen en la premisa pecaminosa sostenida por algunas personas de que su pueblo - tribu, raza, país o nacionalidad - es superior a aquellos a quienes desean imponer su voluntad, dominar o someter. Si todas las personas que dicen ser hijas de Dios actuaran en consecuencia, y se trataran unas a otras como si todas fuésemos igualmente hijas de Dios, tal vez podría comenzar la sanación. Ojalá todas las personas pudiésemos afrontar y vivir en la realidad de que todas hemos sido creadas a imagen de Dios: todas somos Imago Dei. Esta es nuestra esperanza navideña. Por lo tanto, oremos por cada una de nosotras y nosotros, por nuestras familias y por el mundo. Oremos por las necesidades de quienes sufren en Norteamérica, en el Caribe y en el resto del mundo. Que nosotros y nosotras, la Iglesia, proyectemos la esperanza de Cristo -una Esperanza de Navidad- para que, así como Jesús orara en su última oración como sumo sacerdote, según Juan 17, "el mundo crea" que somos sus hijos, que somos sus hijas. Que así sea – Amén. Colin P. Watson Sr. Co-Convocante de CANAAC Director Ejecutivo Emérito, Iglesia Cristiana Reformada en Norteamérica (CRCNA) “…. anímense y edifíquense mutuamente, tal como lo vienen haciendo.” —1° Tesalonicenses 5:11
Cuando comenzamos con estos envíos semanales, nadie podía imaginar que nuestro mundo seguiría encerrado. Encerrado en una pelea con un virus en constante evolución. Encerrado en una lucha por los recursos. Encerrado en una pugna por las vacunas. Encerrado en una contienda contra la tremenda y persistente opresión del colonialismo y la codicia que la pandemia ha hecho dolorosamente evidente. Pero aquí estamos, en este tiempo navideño de 2021. Y Cristo ha nacido. Cristo ha muerto. Y Cristo ha resucitado. De modo que, quienes creemos, no estamos encerrados o encerradas. Tenemos la abundancia del Espíritu y la comunidad compartida en la iglesia global de Jesús para sostenernos y abastecernos. Sin embargo, nos pesa el cansancio. Cansancio de los huesos, en muchos sentidos. Cansancio espiritual en nuestros espíritus humanos. Y nos preguntamos, con diversos grados de esperanza - dependiendo del día - qué sucederá ahora para impulsarnos a cavar más profundo en las reservas que nuestra fe nos proporciona. Durante muchas semanas y meses, docenas de miembros de la CANAAC han contribuido con palabras reflexivas, teológicas y esperanzadoras que nos daban aliento desde la "primera línea". Como una de las que ha organizado el calendario de publicaciones, quiero agradecer sinceramente los esfuerzos de personas laicas, clérigas, estudiantes y educadoras que han dedicado un tiempo y un talento preciosos para escribir. Muchas gracias también por la ayuda de Phil Tanis en la coordinación de las traducciones y de las publicaciones. Y a quienes han traducido del español al inglés y del inglés al español - muchas gracias. Parece que ha llegado el momento ahora de que algo cambie en el modo de conocernos. Afortunadamente, hemos llegado a conocernos más a través de nuestros mensajes semanales. Tal vez sea el momento de aprovechar esta incipiente relación para profundizar un poco más en las cosas que necesitamos para nuestra mutua edificación. Cosas verdaderas. Cosas que pueden llenarnos de alegría y de ánimo. Pero también las cosas más difíciles, históricas, ecológicas, climatológicas y teológicas que existen entre nosotros y nosotras. La pregunta es: ¿cómo podemos "edificarnos mutuamente en el amor"? La moderadora de la CANAAC, Angela Martins, y yo hemos conversado brevemente de algunas posibles respuestas a esa pregunta. Esperen escuchar en el nuevo año un poco más de su parte sobre lo que vendrá para la CANAAC. Por ahora, suspenderemos los envíos semanales, sin que esto implique la suspensión de nuestra conexión y estímulo mutuo. Que la Navidad y el año 2022 estén llenos de cosas buenas. Paz para ustedes y amor. Anne La Rev. Anne Weirich está retirada del ministerio pastoral en la Iglesia Presbiteriana de los EE.UU. Vive en Cape Cod, Massachusetts, y es miembro de la Iglesia Federada (UCC) de Orleans, MA, y del Presbiterio del Sur de Nueva Inglaterra. Es la administradora voluntaria de la CANAAC e integra el Comité de Relaciones Ecuménicas e Interreligiosas de la Asamblea General de la PCUSA. Concluí el último devocional que escribí con estas palabras Amor decolonial de Joseph Drexler-Dreis: «Descolonizar es, por tanto, un proyecto fundamentalmente diferente a «abrir» disciplinas particulares o «diversificar» los sistemas de pensamiento occidentales; el objetivo de los proyectos de descolonización es trascender los sistemas de pensamiento occidentales. Esto requiere una imaginación escatológica diferente». Me preguntaba cómo sería un nuevo sistema de pensamiento cuando encontré el libro de Paget Henry, Caliban's Reason.
En él escribe: «Con la producción continua de nuevas formas de pobreza, nuevas formas de alteridad liminal, crisis espirituales y ecológicas de grandes proporciones, parece cada vez más como si el proyecto de la humanidad occidental se basara en la búsqueda ciega de un mal infinito. En palabras de Adorno, es «la autoafirmación enloquecida» ...Foucault ve el reensamblaje de las fuerzas míticas que contendrán esta búsqueda y corregirán su arrogancia». El libro de Henry es un intento de preguntar por qué, incluso en las obras de pensadores y activistas caribeños, se minimizan o ignoran las formas africanas e indígenas de conocimiento. ¿Por qué las búsquedas no occidentales todavía basan su pensamiento en una razón occidental que es responsable de tanta destrucción (neocolonial) y la alteridad racista? Henry también recomienda una «imaginación escatológica diferente», un «regreso de los dioses» que cambiará la forma en que miramos el mundo y nos miramos unos a otros. He pasado mucho tiempo con el Salmo 82 y su visión del Altísimo en el consejo divino, en medio de «los dioses». Aprendemos que son «hijos del Altísimo» y están fracasando miserablemente en la tarea que el Altísimo les ha encomendado; juzgando injustamente y mostrando parcialidad hacia los malvados en lugar de dar «justicia al débil y al huérfano» y mantener «el derecho de los humildes y los indigentes». La historia dice así: mientras la humanidad crecía en su arrogancia, esforzándose por hacerse un nombre (¡la autoafirmación se volvió loca!), el Altísimo consideró oportuno esparcirlos por el extranjero, «Venid, bajemos y confundamos su idioma». Entonces, Deuteronomio 32: 8-9 dice que «cuando el Altísimo repartió las naciones», Dios lo hizo «según el número de los dioses». (NRSV; su Biblia podría decir «hijos de Israel» pero eso no tiene sentido). El Altísimo, el Señor, «fijó los límites de los pueblos», tomó a Israel como propio y delegó las naciones a los dioses, los «hijos del Altísimo». Tristemente, estos dioses desvían a la humanidad y los profetas ven como «todos los pueblos andan, cada uno en el nombre de su dios» (Miqueas 4: 4). Creo que Lucas tiene todo esto en mente al contar la historia del nacimiento de Jesús, poniendo en boca del ángel este anuncio: «Será grande y será llamado Hijo del Altísimo». Para Lucas, el Altísimo «hizo todas las naciones… asignó los tiempos de su existencia y los límites del lugar donde habitarían» (Hechos 17:26). Pero, había un deseo subyacente aquí: que estas mismas naciones «buscarían a Dios y quizás lo buscarían a tientas y lo encontrarían» (Hechos 17:27), cumpliendo las palabras de los profetas de que «muchas naciones vendrán y dirán: «Venid, subamos al monte de Jehová ... Él juzgará entre muchos pueblos ... y convertirán sus espadas en rejas de arado, y sus lanzas en podaderas; No alzará espada nación contra nación, ni se adiestrarán más para la guerra.» (Miqueas 4: 2-3). Para Lucas, el Altísimo ha «fijado un día en el que hará que el mundo sea juzgado con justicia por un hombre a quien él ha designado, y de esto ha dado seguridad a todos levantándolo de los muertos». (Hechos 17:31). Reconocer la presencia de «los dioses» es una «imaginación escatológica diferente» para muchas personas (e incómoda). Pero aquí está la diferencia que hace: nos revela que cada identidad étnica / nacional, cada pueblo, que está tratando de afirmarse a sí mismo, no puede pretender estar sirviendo a Cristo. Lo que distingue al Altísimo de los dioses, lo que hace al Señor «Dios de los dioses» es un ferviente deseo de «ejecutar justicia del huérfano y la viuda, que ama a los extraños, proporcionándoles comida y vestido». (Deuteronomio 10: 17-18). Lo que hace que Jesús sea único entre los «hijos del Altísimo» no es una afirmación centrada en uno mismo, sino una compasión centrada en los demás que trae «buenas nuevas a los pobres» (Lucas 4:18). Y, cuando Cristo regrese para juzgar con justicia y las naciones se reúnan ante él, el criterio para el juicio es claro: rescatar al débil y al necesitado (¿el «más pequeño de estos»?); líbralos de la mano de los impíos (Salmo 82: 4). La historia del colonialismo es la historia de un grupo étnico / nacional que busca afirmarse sobre y contra otro; nación levantando espada contra nación. Es una historia de «autoafirmación enloquecida», ya que los pueblos de Europa occidental intentaron hacerse un nombre, pisoteando la tierra y la gente, reclamándolos a todos como propiedad. La teología occidental afirmó una soberanía singular para justificar su explotación. Esta historia de deshumanización y extracción destructiva se llevó a cabo en nombre de Cristo, pero una imaginación escatológica diferente nos deja preguntándonos si todos los pueblos realmente caminaban en nombre de su propio dios. Aún hoy, nuestra arrogancia (neo) colonial nos lleva a una «búsqueda ciega de un mal infinito». En pocas palabras, una descolonización que trasciende el pensamiento occidental nos alejará de una afirmación centrada en uno mismo y nos llevará hacia una compasión centrada en el otro. Sabemos que habremos encontrado al Altísimo, que nuestra búsqueda será completa, que seremos hijos del Altísimo, cuando seamos hallados amando a nuestros enemigos, haciendo el bien y prestando, sin esperar nada a cambio (Lucas 6:35). Entonces, y solo entonces, caminaremos en el nombre del Señor nuestro Dios. Oremos por un Adviento más trascendente en esta temporada: ¡Levántate, oh Dios, juzga la tierra; porque todas las naciones te pertenecen! - Salmo 82: 8 El reverendo Peter TeWinkle es pastor de la Iglesia Oakdale Park (CRC) en Grand Rapids, Michigan, EE. UU. También es un asociado y un padre que se inspira en los profetas y está estudiando lo que significa descolonizar el cristianismo reformado en la Escuela de Teología de Claremont (Conferencia del Consejo Mundial de Iglesias sobre Misión de la Palabra y Evangelismo en Arusha, Tanzania, 2018)
¡Los saludo en el nombre de aquel que nos ha llamado a la vida de discipulado! Animando el llamado de Arusha Algunas personas de las que están leyendo esta reflexión pueden haber estado presentes en la reunión de unas 1000 personas que tuvo lugar en Arusha, Tanzania, del 18 al 20 de marzo de 2018. Los participantes eran personas comprometidas con la misión y la evangelización, que representaban a muchas denominaciones cristianas de alrededor del mundo. Es posible que algunos de ustedes no hayan estado allí físicamente y algunos pueden no haber oído hablar de la conferencia en absoluto. Por lo tanto, es un placer para mí dedicar unos minutos a reflexionar sobre un pequeño aspecto del Llamado de Arusha (el documento completo se puede encontrar en https://www.oikoumene.org/resources/documents/the-arusha-call-to-discipleship). Se ha proporcionado el enlace al Llamado de Arusha para que pueda comenzar o continuar estudiando y vivir el llamado en su viaje de discipulado. Los que hemos estado con Cristo hemos elegido ser discípulos. Hemos sido llamados a una vida que es un «regalo y un llamado». Ahora tenemos un papel activo que desempeñar para cambiar el mundo; en transformar el mundo. Ya no tenemos la opción de quedarnos al margen como espectadores ociosos, indefensos y desventurados. El Llamado de Arusha nos dice en parte que «Estamos llamados a seguir el camino de la cruz, que desafía el elitismo, el privilegio y el poder personal y estructural». «Dirigiéndose a todos, declaró:—Si alguien quiere ser mi discípulo, que se niegue a si mismo, lleve su cruz cada día y me siga.» Lucas 9:23 Jesús les habló a «todos ellos». Jesús habló y nos habla. Somos discípulos una vez que aceptamos el llamado al discipulado. Asistir a la conferencia me dio la oportunidad de considerar el discipulado más profundamente y mi propio lugar en esta empresa. Volví a mirar el significado de Nosotros. Me llamó; somos llamados. Definiendo Nosotros, Merriam Webster señala «Yo y el resto de un grupo que me incluye a mí: tú y yo: tú y yo y otro u otros: yo y otro u otros que no te incluyen a ti —usado como pronombre de la primera persona del plural.» Estamos compuestos por una colección de nosotros. Estoy llamado a aislarme y reconocer mi llamado al discipulado y luego a comprometer mi vida en total entrega a Cristo e incluso más a convertirme en una parte activa del movimiento del discipulado. Este pensamiento me marea un poco pero sé que Cristo me ha llamado; me ha llamado a la gran tarea de desafiar muchos males para que otros puedan probar la plenitud de vida por la que Cristo vino. De manera similar, Cristo llama a todos sus discípulos. Ser discípulo es por definición ser seguidor de Cristo. Cristo no nos dejó ninguna duda de que seguirlo nos llama a la obra de misión y evangelización. Por extraño que esto pueda sonar para algunos, nosotros, los discípulos, tenemos el deber de alinear nuestra vida y trabajo completos con la misión y el evangelismo. Esta afirmación tiene un tono de idealismo, pero lo es o lo llama. Que tú, que todos nos rindamos al llamado. Jennifer P Martin Secretaria de Educación en Misión Formación del consejo del Caribe y América del Norte No ruego sólo por éstos. Ruego también por los que han de creer en mí por el mensaje de ellos, para que todos sean uno. Padre, así como tú estás en mí y yo en ti, permite que ellos también estén en nosotros, para que el mundo crea que tú me has enviado. --Juan 17: 20-21
El jueves 28 de octubre, me uní (virtualmente) a líderes denominacionales, ejecutivos de agencias misioneras y administradores principales en instituciones de educación superior por el Día de los Rectores Evangélicos de Canadá. Durante años, he sido el observador ecuménico de este organismo en nombre de la Iglesia Presbiteriana de Canadá (PCC). Este año, tuve la tarea adicional de representar a nuestra iglesia como moderador de la 146a Asamblea General en junio de 2021. Hubo dos elementos que me llamaron la atención. El primero estaba escondido en medio del material de la encuesta presentado por Rick Hiemstra, el Director de Investigación de la Comunidad Evangélica de Canadá. Se presentaron los resultados de las encuestas realizadas en septiembre a más de 3.000 canadienses adultos, de un amplio grupo demográfico. Las estadísticas relacionadas con la asistencia a la iglesia antes y durante la pandemia fueron las esperadas. Es decir, hubo una marcada disminución en la asistencia a la iglesia en todas las tradiciones cristianas, incluidos los católicos romanos, los evangélicos y las afiliaciones principales. A primera vista, uno podría conjeturar que esto no incluía la asistencia en línea. Pero lo hizo. Si bien hubo un número significativo de personas que se unieron a su comunidad de fe de manera virtual, todas las tradiciones cristianas experimentaron una desconexión significativa, en persona y en línea. La sorpresa fue que la llamada «Generación Z» fue la menos afectada por esta tendencia. Al parecer, era menos probable que los jóvenes salieran de la iglesia. Esto es prometedor. Quizás esto se debió a su familiaridad con las opciones de transmisión en línea. Cualquiera que sea la razón, nuestros jóvenes se registraron en la iglesia virtual. Eso es alentador. El segundo fue un informe del recién instalado Secretario General y Director Ejecutivo de la Alianza Evangélica Mundial (WEA), Dr. Thomas Schirrmacher. La WEA es una organización que cuenta con más de 600 millones de miembros. El Dr. Schirrmacher hizo observaciones sobre la Iglesia en los continentes y señaló que varias iglesias del Caribe recientemente trasladaron su afiliación del Consejo Mundial de Iglesias a la Alianza Evangélica Mundial. ¿Por qué? El tema de la inclusión de creyentes LGBTQI en el Consejo Mundial de Iglesias. El Dr. Schirrmacher no pareció particularmente complacido con este crecimiento en asociación con la gran organización que dirige. Reconoció que la iglesia universal está lidiando con decisiones difíciles relacionadas con la inclusión total. Lo entendí. Mi iglesia, la Iglesia Presbiteriana de Canadá, cambió recientemente su definición de matrimonio para permitir dos definiciones de matrimonio separadas e iguales: entre un hombre y una mujer o entre dos adultos. También permitió la ordenación de personas LGBTQI (casadas o solteras). Aunque a las congregaciones se les concede libertad de conciencia, no todos están contentos. Y, sin embargo, la PCC intentó encontrar una manera para que todos permanecieran en comunión. El tiempo dirá. De hecho, incluso ahora, algunos en ambos lados de la cerca están buscando nuevos hogares. En medio de estos desafíos que afectan a la iglesia de Cristo, la oración de Cristo por la unidad, que se hizo en medio del crecimiento y el declive, sigue siendo pertinente: «que sean uno...». Oremos lo mismo hoy. El reverendo Dr. Daniel D. Scott es ministro de la Iglesia Presbiteriana de St. John en Bradford West Gwillimbury, Ontario, Canadá, y profesor asociado en la Universidad de Tyndale en Toronto. Es el moderador de la 146a Asamblea General de la Iglesia Presbiteriana en Canadá. Mientras escribo esto, hay una conferencia climática en Glasgow, Escocia, y las circunstancias en las que estoy en Trinidad y Tobago parecen sombrías: mientras continúa la pandemia global de Covid19, estoy viendo invasiones de langostas y caracoles gigantes devastar campos que están oscurecidos por el «vog» (un término que no había escuchado hasta hace unos días, significa polvo volcánico y smog) que se mezcla con el polvo del Sahara y se suspende en la fuerte humedad.
El año está llegando a su fin y las ideas previas sobre la planificación de Adviento, Navidad, Año Nuevo y el futuro en general, parecen haber sido eclipsadas por la duda, la preocupación y el miedo sobre si se pueden hacer y mantener planes. El acercamiento del Adviento nos habla en medio de todos nuestros desafíos para recordarnos que somos receptores de «buenas nuevas de gran gozo» del Señor con quien «nada es imposible». Cristo no reemplaza el dolor por el placer, sino que nos señala un camino diferente aquí y en el más allá. Cuando pensamos en la historia y el desarrollo del Adviento, quizás podamos reflexionar sobre nuestras propias vidas y nuestros viajes. Hace años, la Navidad y la Pascua se convirtieron en celebraciones populares en la Iglesia primitiva, y se reservaron algunas semanas para la introspección, el arrepentimiento y el ayuno antes de las fiestas. Cuaresma (que significa «primavera») denota las semanas que se acercan a la Pascua. Adviento (que significa «venida») designado las semanas antes de Navidad. El Adviento se conmemoró desde la época del Concilio de Sargossa (380 d.C.). El primer domingo de Adviento (cuatro domingos antes del día de Navidad) es el comienzo del calendario litúrgico. Aquí tenemos algunas formas en que podemos marcar esta temporada sagrada y algunas preguntas que podemos hacernos, este año para Adviento: Anticipación: El Adviento nos recuerda que esperamos a Cristo. Cristo es el Deseado de las Naciones, el cumplimiento de toda expectativa. Las velas de Adviento de esperanza, paz, alegría y amor cuentan los domingos de Adviento mientras relatan los dones de Cristo mientras anhelamos su presencia. Preguntémonos: ¿A qué estamos esperando? Trabajemos, velemos y oremos mientras esperamos. Andrew: La fiesta de San Andrés es el 30 de noviembre. Cuando cae durante el Adviento como lo hace este año, hay un mayor énfasis en llevar a la gente a Jesús, lo que Andrés era famoso por hacer. St Andrew's Theological College en Trinidad lleva el nombre de Andrés mientras educamos, edificamos e iluminamos. Preguntémonos: ¿Cómo podemos compartir la misión de San Andrés? Aparición: La palabra «aparecer» en griego es «Parusía» que se usa para describir el nacimiento de Cristo en el pesebre, el regreso triunfal de Cristo en gloria, así como cualquier presencia, llegada o visita. Preguntémonos: ¿Cómo se nos aparece Cristo? ¿Cómo podemos encarnar a Cristo ante los demás? La vida cristiana puede ser simbolizada por el Adviento porque es el tiempo tanto del «ahora» como del «todavía no» mientras miramos y esperamos, mientras nos embarcamos en nuestra aventura de Adviento. Los desastres continúan en el mundo pero proclamamos y ejemplificamos el remedio divino. Trabajemos mientras esperamos. Velemos y oremos mientras encarnamos activamente la presencia y el poder de Dios en la tierra. El Rev. Adrian Sieunarine es el Director del Colegio Teológico de San Andrés de la Iglesia Presbiteriana de Trinidad y Tobago. Asistió a universidades en Trinidad, Canadá, Estados Unidos, Israel e Inglaterra, y se implicó en vocaciones tanto en la Iglesia, como en derecho, gobierno, comercio y educación. Es abogado de Inglaterra y Gales y abogado de Trinidad y Tobago [13] ¿Está afligido alguno entre ustedes? Que ore. ¿Está alguno de buen ánimo? Que cante alabanzas.
[14] ¿Está enfermo alguno de ustedes? Haga llamar a los ancianos de la iglesia para que oren por él y lo unjan con aceite en el nombre del Señor. [15] La oración de fe sanará al enfermo y el Señor lo levantará. Y si ha pecado, su pecado se le perdonará. Santiago 5:13-15 (NVI) Mi país, Granada, experimentó recientemente lo que se llamó su primera ola de Covid-19. Sin propagación comunitaria, no tuvimos muertes locales durante todo el 2020; sin embargo, entre agosto y octubre de 2021, el país sucumbió a la variante Delta que dejó más de 190 muertos y cientos de hospitalizados. En el momento álgido de los recientes casos, sin precedentes de morbilidad y mortalidad, las iglesias y el Gobierno de Granada pidieron dos días de oración nacional. Aunque apoyo la oración a Dios en todo momento, estaba convencido de que Dios ya había dado la respuesta a nuestras oraciones, y lo que necesitábamos no era súplica, sino obediencia y acción humana responsable. Cuando oramos a Dios, ¿cómo esperamos que Dios responda? ¿Esperamos que Dios baje, él mismo, y elimine el virus? No, Dios obra en y a través de lo que Dios ha creado y puesto a nuestra disposición en la naturaleza. Este es el caso del relato que tenemos en Santiago 5. Santiago dice que si tenemos problemas, debemos orar. Hay muchas cosas en este pasaje que necesitan ser desempaquetadas que no podemos hacer aquí ahora, como, por ejemplo, ¿es la oración de los ancianos más eficaz que la de otros creyentes? y ¿cómo entendemos la frase «La oración de fe sanará al enfermo y el Señor lo levantará…»? Hay mucho que se asume en el pasaje, aunque no se expresa. Quiero enfocarme en el versículo 14 donde Santiago dijo: «¿Está enfermo alguno de ustedes? Haga llamar a los ancianos de la iglesia para que oren por él y lo unjan con aceite en el nombre del Señor». (Santiago 5:14) Este pasaje de Santiago muestra como la iglesia combinó lo medicinal y lo religioso. Los ancianos de la Iglesia representaban lo religioso y el aceite de oliva lo medicinal. El aceite de oliva era parte de todos los aspectos de la vida de las personas en el Israel bíblico. Según los autores de Life in Biblical Israel, King y Stager, el aceite de oliva se utilizó como «un alimento básico, una medicina y un combustible para las lámparas de cerámica; como base para cosméticos, perfumes y aceites; y en contextos rituales como la unción de reyes en su coronación, como ofrendas de libación y como combustible para las lámparas del santuario».[1] Thomas Lancaster en un artículo titulado Unción con aceite dijo que «En la tradición medicinal del Talmud, se recomienda una aplicación de aceite de oliva para una gran cantidad de trastornos. La unción con aceite era un remedio homeopático común, [y] se pensaba que el aceite de oliva tenía un efecto medicinal en las heridas, era una cura para los inválidos, las enfermedades e incluso los problemas intestinales… La unción con aceite proporciona beneficios generales para la salud de sus usuarios».[2] El aceite se usaba con fines medicinales para ayudar en la recuperación de los enfermos y lo aplicaban los líderes religiosos de la comunidad. La vacuna Covid-19 es una profilaxis proporcionada a través del conocimiento dado por Dios y los elementos que se encuentran en la naturaleza. Reconozco que, en algunos casos, la vacuna no previene la enfermedad, pero reduce la morbilidad y disminuye la posibilidad de mortalidad. Los líderes religiosos tienen la responsabilidad de poner en práctica los recursos espirituales y de otro tipo disponibles para la curación. Hacer lo contrario es renegar de nuestra responsabilidad de cuidar de la persona en su totalidad. Es lamentable que algunos hayan apreciado que aceptar la eficacia de la vacuna y participar en la campaña nacional de vacunación compromete su fe. Que Dios nos dé toda la sabiduría y la paciencia mientras trabajamos juntos, las autoridades eclesiásticas y civiles, para hacer lo que es mejor para todos para la gloria de Dios y el bien de su pueblo. [1] Philip J. King and Lawrence E. Stager. Life in Biblical Israel. Louisville: Westminster John Knox, 2001. P. 97. [2] D. Thomas Lancaster. Anointing with Oil: Is anointing the sick with oil supposed to be a spiritual/ritual act? Anointing with Oil | Discover | First Fruits of Zion (ffoz.org) «Ustedes odian al que defiende la justicia en el tribunal y detestan al que dice la verdad. Por eso, como pisotean al desvalido y le imponen tributo de grano, no vivirán en las casas de piedra labrada que han construido, ni beberán del vino de los selectos viñedos que han plantado. ¡Yo sé cuán numerosos son sus delitos, cuán grandes sus pecados! Ustedes oprimen al justo, exigen soborno y en los tribunales atropellan al necesitado. Por eso en circunstancias como éstas guarda silencio el prudente, porque estos tiempos son malos. Busquen el bien y no el mal, y vivirán; y así estará con ustedes el Señor Dios Todopoderoso, tal como ustedes lo afirman. ¡Odien el mal y amen el bien! Hagan que impere la justicia en los tribunales; tal vez así el Señor, el Dios Todopoderoso, tenga compasión del remanente de José.» Amós 5:10-15 (NIV) Una de las ofrendas del Leccionario de esta semana, Amós 5: 10-15, sigue siendo un texto muy provocador. Las duras palabras del pastor de Tecoa se han vuelto aún más conmovedoras a medida que la humanidad lucha contra la enfermedad causada no solo por la pandemia de COVID-19, sino por los niveles de dolor, marginación e injusticia que aún existen. La verdad se ha vuelto esquiva y condicional, de hecho, la verdad ha sido torcida y pisoteada (v. 7), los inocentes permanecen oprimidos, el soborno y la corrupción acechan los pasillos, y los que tienen el privilegio de la voz, en nombre de la prudencia, guardan silencio porque los tiempos proverbiales son malos. Amós no era un profeta típico o de carrera, pero recibió un mensaje peculiar para la gente del Reino del Norte. Su ataque de palabras en Betel no solo se dirigió al pueblo de Israel, sino que también desafió a las naciones vecinas. Sus palabras fueron penetrantes y difíciles de escuchar mientras su alma se enojaba por la constante opresión y deshumanización de los pobres y desposeídos. Amós reconoció y condenó los muchos crímenes de guerra, y fue estridente al denunciar las atrocidades y el sufrimiento de la gente mientras las naciones se violentaban unas a otras. Las imágenes de fuego, mujeres embarazadas desgarradas, la esclavitud de personas, el asesinato de parientes y la espantosa crueldad general parecen hoy duras para nuestros oídos e imaginación. Sin embargo, algunas de estas realidades residen en lo más vulnerable de lo que somos como pueblo caribeño y norteamericano. Los hechos del mal permiten el despojo, el racismo, la discriminación y la disparidad que estropean nuestras sociedades. Durante mucho tiempo, las personas se han estado asfixiando bajo el peso de sistemas opresivos que impiden el acceso a una buena atención médica, una vivienda digna, la igualdad de oportunidades educativas y laborales y el disfrute de la vida en su plenitud. Todos estos se han magnificado en el tiempo actual. El Profeta advirtió al pueblo de Israel que serían castigados por adorar a dioses falsos, pero esperaban que Yahvé los protegiera. Israel y Samaria sufrirían una gran devastación a menos que hubiera arrepentimiento. La pobreza espiritual que se hace eco en las palabras «El Señor ha dicho que ni siquiera saben cómo hacer el bien» puede ser todavía nuestro desafío hoy. Desafortunadamente, incluso cuando todo estaba en decadencia y abundaba el dolor porque la gente no sabía como hacer el bien, todavía rechazaban a Dios. ¿Puede hablarnos el profeta? Fue desde este lugar oscuro que Amós llamó a la gente a una relación correcta con Dios. El llamado a «Buscar el bien, no el mal... Odiar el mal, amar el bien... Mantener la justicia» pertenece a nuestros oídos y entre nosotros hoy. Más personas necesitan tener un propósito en sus corazones para buscar el bien. En pocas palabras, «si quieres vivir, debes dejar de hacer el mal y empezar a hacer el bien». Colectivamente, debemos condenar las acciones del mal y poner fin a la locura de la negación y reconocer el llamado a amar el bien y mantener la justicia. ¡Nuestras almas deben anhelar lo bueno! En tu caminar diario busca hacer el bien, ayuda a transformar las tinieblas, anuncia obras de esperanza, busca la paz y síguela, brinda un lugar seguro para los necesitados, comparte la mesa con los pobres, recibe al extraño, abraza a los que vienen vacíos y llénalos de cosas buenas, sostén a los débiles de rodillas y levanta a los inclinados. Entonces, y solo entonces, comenzaremos a vislumbrar el llamado de Amós a «Buscar el bien, no el mal... Odiar el mal, amar el bien... Mantener la justicia». La Rev. Dra. Yvette Noble-Bloomfield es Secretaria General Adjunta de la Iglesia Unida en Jamaica y las Islas Caimán. Tiene responsabilidades en el Consejo Regional de Misiones de las Islas Caimán. «El que se divorcia de su esposa y se casa con otra, comete adulterio contra la primera» —respondió—. Marcos 10:11 Hay cosas que desearíamos que Jesús nunca hubiera dicho. Como esta. Nuestras iglesias están llenas de personas que han experimentado el divorcio y esto no parece una buena noticia. Y, sin embargo, este año la enseñanza de Jesús sobre el divorcio fue el pasaje del leccionario para el primer domingo de octubre, el Domingo de la Comunión Mundial. Por supuesto, quienes predican deben poner tales enseñanzas en contexto. En la época de Jesús, las mujeres estaban en una posición extremadamente vulnerable. Si un hombre se divorciaba de una mujer, ella no podía poseer propiedades. Puede que tuviera que mendigar en las calles o algo peor para seguir con vida. Así que las palabras fuertes de Jesús aquí deben entenderse acerca del bienestar de las mujeres, porque ellas eran las más afectadas por el divorcio. Más que eso, este pasaje está vinculado con Jesús dando la bienvenida a los niños. Jesús señala que a menos que nos volvamos como niños (conscientes de nuestra dependencia) no podemos entrar al Reino de Dios. Una vez más, Jesús está levantando a los más vulnerables, porque los niños tenían muy poco poder o estatus en la época de Jesús. Jesús también está contrastando actitudes. Los fariseos que acuden a Jesús quieren atraparlo con una pregunta legal sobre si se permite el divorcio. Jesús básicamente dice que esa actitud de legalidad no te dará una buena vida. Lo que está permitido no siempre es lo mismo que lo que ayuda a que la comunidad humana prospere. Vivimos a veces tan conscientes de nuestra unidad esencial, precisamente lo que celebramos el Domingo de la Comunión Mundial. Experimentamos la belleza en la naturaleza: una garza se eleva de un pantano y vuela frente a nosotros. Miramos a alguien a los ojos y sentimos una conexión profunda. Otras veces el periódico y nuestra vida común en la iglesia nos recuerdan el quebrantamiento en el que vivimos. Puede ser tan desilusionante, la capacidad humana de tomar partido y separarse unos de otros. Todos los años llega la Comunión Mundial y todos los años se nos recuerda que tenemos mucho que aprender. Como es más importante valorar la relación que tener razón. Como nuestros egos se aferran a cosas que solo sirven para separarnos unos de otros. Y como se nos ofrecen la gracia y el amor de Dios para todas las criaturas, para todas las personas. Una y otra vez. «Lo que Dios ha unido, que no lo separe nadie». Escuchamos estas palabras como «palabras de boda», pero Jesús estaba hablando aquí su teología. Todos estamos unidos, somos interdependientes. Tenemos mucho que aprender sobre como es esto y qué se nos pide para que reflejemos el deseo de Dios para nosotros, que reclamemos y vivamos esta unidad esencial. «Y vendrá gente del este y del oeste, del norte y del sur, y se sentará a la mesa en el Reino de Dios». En un mundo tan destrozado, vivimos con esperanza. La Reverenda Dra. Helen Nablo es pastora de la Iglesia Unida de Cristo. Ha servido en iglesias tanto en la IP (EE. UU.) Como en la UCC, y actualmente es pastora interina en Pilgrim Church en Harwich Port, Massachusetts. Vive junto al océano en Plymouth Massachusetts, donde camina y da gracias por vivir en un lugar tan hermoso. |
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January 2023
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