Alabanza contagiosa
Estamos transitando la vida en medio de un virus contagioso, uno que ha impactado casi todas las áreas de nuestras vidas y de nuestra forma de vivir.
Algunas otras cosas, como sucede con el COVID-19, también son contagiosas: las emociones de alegría, risa, miedo, ira y desilusión.
La Biblia, a través del Salterio, identifica un principio contagioso: el principio de la alabanza. Mi pregunta es: ¿ya te has contagiado?
Con frecuencia hacemos una mala utilización del principio, si no a la esencia, de la alabanza. Nuestro entendimiento y, por lo tanto, nuestra expresión de alabanza, tienden a limitarse a nuestro propio enfoque respecto de la metodología de alabanza.
¿No es verdad que dedicamos mucho tiempo al cómo de la alabanza (el lugar, la postura y los beneficios de la alabanza) y que a menudo expresamos esto como un medio para un fin: es una alabanza animada o espiritual? No obstante, dedicamos mucho menos tiempo a la teología de la alabanza, a aquello que sustenta este principio crítico para las personas cristianas.
La alabanza, ¿es realmente algo contagioso en la iglesia moderna? ¿No es verdad el hecho que en la iglesia tradicional no existe hoy un tema más polémico que el tema de la alabanza? De hecho, se podría decir que los desacuerdos significativos sobre el estilo y la preferencia y las expresiones de alabanza en la adoración superan a muchos otros problemas importantes.
El Salmo 145 desarrolla un argumento teológico para el principio de alabanza como una realidad contagiosa.
El Salterio está compuesto básicamente por cinco libros: los Libros 1-3 cubren los Salmos 1-89 y se enfocan en el fracaso de la Alianza Davídica, evidenciado en la destrucción de Jerusalén y el exilio del pueblo judío a Babilonia. El exilio significaba para el pueblo judío la pérdida de sus tres instituciones religiosas más apreciadas, a saber, el templo, su tierra y la monarquía.
El Libro 4 (Salmos 90-106) contiene algunas lamentaciones reales y corporativas sobre la crisis. El Libro 5(Salmo 107-150) contiene algunos lamentos, pero también dedica un enfoque significativo a la alabanza.
Hay aquí, entonces, un libro que reflexionó sobre la crisis del exilio —físico y teológico— y que, en respuesta a ella, desafió a la gente al lamento y a la alabanza.
El Salmo 145 propone como argumento que la fiebre de la alabanza no se limita a una expresión o a un método, sino que la alabanza es vivir piadosamente la vida con la guía de principios piadosos, reconociendo diariamente nuestra dependencia fundamental de Dios. ¿Te has contagiado ya de esta fiebre?
Consideremos cinco aspectos de la argumentación del Salmo 145:
- Ofrece un llamado a la alabanza: ensalzar, exaltar, bendecir y alabar a Dios (vs. 1-6).
- Ofrece la razón de la alabanza, el carácter de Dios, su gracia, misericordia, amor y compasión (vs. 7-9).
- Ofrece expresiones de testimonio agradecido (declaración y proclamación), dar a conocer, hablar, hablar de la obra, el reino y la autoridad de Dios (vs. 10-13).
- Comparte resultados de la alabanza: descubrimos y redescubrimos el apoyo, provisión, justicia, presencia, liberación, protección y acompañamiento de Dios.
- Sugiere una elección personal (vs. 21): alabaré a Dios ...
Surgen dos afirmaciones del texto:
1. La alabanza está enraizada en la vida de Dios ...
Vivir según los estándares y principios de Dios a pesar del exilio.
Colocando las prioridades de Dios antes que nuestros propios valores y elecciones éticas.
2. La alabanza es un estilo de vida piadoso ...
La alabanza debe convertirse en un estilo de vida que contagie: "Cada generación celebrará tus obras" (vs. 4).
La alabanza es un estilo de vida de quienes son bendecidos y bendecidas, y un estilo de vida de las personas justas.
La alabanza, por lo tanto, siempre es contagiosa, nunca contenciosa. ¿Ya te has contagiado? Y, de ser así, ¿la estás propagando?
—Rev. Norbert Stephens
Secretario General
Iglesia Unida en Jamaica y en las Islas Caimán