Cavando profundo
En estos días de prolongadas angustias pandémicas y de noches más largas y frías, me encuentro llamada a sumergirme hondamente en lo que soy como criatura amada y formada a la imagen de Dios. No siempre es fácil vivir en el presente, sobre todo cuando el pasado pesa por el dolor, y cuando el futuro está cargado de preocupaciones sobre cuándo, o si, la vida tal como la conocimos volverá a la "normalidad" (como sea que entendamos esta palabra). Dios me está llamando a un tiempo de Adviento enraizado en la reflexión, en la rica negrura de la tierra dadora de vida. Me siento llamada a cavar profundamente durante este invierno para encontrar descanso, renuevo y crecimiento. Quizás tú también lo sienta así.
22»” Así dice el Señor omnipotente:
»”De la copa de un cedro tomaré un retoño,
de las ramas más altas arrancaré un brote,
y lo plantaré sobre un cerro muy elevado.
23 Lo plantaré sobre el cerro
más alto de Israel,
para que eche ramas y produzca fruto
y se convierta en un magnífico cedro.
Toda clase de aves anidará en él,
y vivirá a la sombra de sus ramas.
24 Y todos los árboles del campo
sabrán que yo soy el Señor.
Al árbol grande lo corto,
y al pequeño lo hago crecer.
Al árbol verde lo seco,
y al seco, lo hago florecer.
Yo, el Señor, lo he dicho,
y lo cumpliré”».
— Ezequiel 17:22-24 (NVI)
¿Puedes imaginarlo?
Mary Oliver
Por ejemplo, lo que hacen los árboles
no solo durante las tormentas eléctricas
o durante la oscuridad lluviosa de una noche de verano
o bajo las redes blancas del invierno
sino ahora, y ahora, y ahora, siempre,
mientras no estamos mirando. Seguro que no te imaginas
no bailan, desde sus mismas raíces, deseando
viajar un poco, sin presiones más bien queriendo
una mejor vista, o más sol, o con la misma intensidad
algo más de sombra, seguramente no te imaginas que simplemente
están allí, amando cada
minuto de lo que sucede, los pájaros o el vacío, los anillos oscuros
de los años que, lentamente y sin sonido alguno,
se van engrosando, y nada nuevo aparte del viento,
que, en su propio estado de ánimo, viene
de visitas, seguro que no te imaginas
paciencia y felicidad como estas".
(Tomado de: Devotions: The Selected Poems of Mary Oliver. Penguin Press, 2017.[1])
Oración guiada: Siéntate cómodamente, inspira profundamente entre cada línea.
Como una criatura en pleno invierno en busca de calor, cava profundamente en la oscuridad generadora de ti mismo, de ti misma, en tus raíces.
Cava profundo en el sitio, no del ayer o del mañana, sino del ahora.
Encuentra el lugar de la calidez y del crecimiento orgánico no forzado ni obligado, sino apacible, y seguro.
Encuentra la imagen de Dios en ti mismo, en ti misma en esa hondura y reparadora
oscuridad.
Haz de ese sitio tu lugar de estar, donde ni la nieve, ni el viento o la lluvia te enfríen
o te produzcan temor.
Aliméntate de esa tierra oscura de tu ser: en el aliento de Dios, amado, amada.
Respira.
Descansa.
Se.
Y cuando esté listo, cuando estés lista, muy suavemente: crece. Amén.
[1] No hay traducción oficial al español aún.
—Rev. Whitney Wilkinson Arreche
La reverenda Whitney Wilkinson Arreche es ministra de la Iglesia Presbiteriana (EE. UU. De NA), Vicepresidenta del Comité de Relaciones Ecuménicas e Interreligiosas de la Asamblea General e integrante equipo organizador de Liberating Church, un proyecto que se apoya en la sabiduría de los sitios denominados Antebellum Hush Harbor (lugares secretos de encuentro celebrativo y organizativo de personas esclavas antes de la guerra). Es estudiante de Doctorado en Teología en la Universidad de Duke, investigadora de teologías decoloniales y antirracistas. Vive en Texas.