Confiar en Dios
"Unos confían en sus carros de combate, otros en sus caballos; pero nosotros confiamos en el nombre del SEÑOR nuestro Dios." -Salmo 20:7
El 6 de enero de 2021 vivirá en la historia de los Estados Unidos como un día de infamia. El mundo vio como los partidarios del Presidente de los Estados Unidos marcharon por las calles de la capital de la nación, asaltando el Capitolio de los Estados Unidos que es el lugar de reunión del Congreso de los Estados Unidos. Ventanas y puertas fueron rotas tras de que la seguridad fue violada, las oficinas saqueadas, y los miembros del Congreso de los EE.UU. evacuados para su seguridad.
Aunque los que participaron en estas actividades conforman una pequeña parte de la población de los EE.UU., estas acciones fueron incitadas por las palabras de un Presidente que estaba decidido a usurpar el proceso democrático descrito en la Constitución de los EE.UU.. Además, la acción de irrumpir en el edificio del Capitolio durante el recuento de los votos electorales que certificarían que este Presidente había perdido una elección, fue aún más problemática. Estas acciones fueron sediciosas, incluso cuando el Presidente continuó declarando falsamente que los resultados de la elección eran falsos.
Las palabras del salmista se enmarcan hoy para mí dentro del contexto de estos acontecimientos. Los carros y los caballos eran considerados posesiones de orgullo durante los días del salmista, quizás hasta fueron signos de riqueza y opulencia. El salmista rechaza estos signos externos de fortuna, fama, poder, influencia y privilegios. El orgullo no se encuentra a través del materialismo, sino que el salmista opta por el orgullo en la relación con Dios. El orgullo está en el nombre del Señor nuestro Dios.
En estos días, no nos enorgullecemos de los caballos o de los carros de guerra, sino de la bandera, del país, del privilegio blanco y del poder político. Aquellos que encontraron la manera de entrar en el Capitolio de los EE.UU. con exigencias por un resultado diferente a una elección justa estaban orgullosos de su nacionalismo. Varios anotaron que el privilegio de los blancos, el nacionalismo y el racismo estaban a la vista.
Los individuos llevaban banderas de Trump sosteniendo su orgullo y compromiso con un hombre que los incitó a violar la ley. Otros ondeaban la bandera de la Confederación, símbolo de racismo e injusticia, reliquia que simboliza una época de esclavitud de los africanos y las personas de ascendencia africana. Y había quienes llevaban la bandera de los Estados Unidos, como signo de su nacionalismo radicalizado que sigue desestimando los derechos de los pueblos indígenas en esta parte de las Américas. En medio de todo esto, había quienes llevaban sus Biblias para apoyar sus afirmaciones de que su orgullo y su compromiso de infringir la ley en apoyo del Presidente era parte de su compromiso cristiano.
Los Estados Unidos no son los únicos con un resurgimiento visible del nacionalismo y la injusticia. El orgullo en el país y las falsas narrativas que reclaman la supremacía blanca como el diseño de Dios deben ser reprendidos y anulados. Las acciones que se vieron no son de Dios. Se nos dice en las Escrituras que el mayor mandamiento es amar a Dios. El materialismo que crea el tipo de devoción que alimenta el privilegio y la opresión blanca es problemático y tiene que ser denunciado por la iglesia. La retórica religiosa que falsamente afirma que Dios está del lado de un país y no de otros, de unas personas y no de otras, de unas religiones y no de otras, debe ser encarada mientras vivimos el compromiso de ser seguidores de Jesús.
Nuestro compromiso de amar a Dios con todo nuestro corazón nos lleva a ser defensores de la justicia porque amamos. Estamos llamados a amar a nuestro prójimo como también a nosotros mismos. Mientras observamos lo que se irá a desarrollar en los días venideros, encontremos el camino para confesar nuestro orgullo mal dirigido y amar más a Dios mientras buscamos justicia para todos en el mundo. Las banderas, los presidentes, el orgullo de la patria tienen su lugar y deben ir tras el amor a Dios y el amor al prójimo.
—Rev. Dra. Karen Georgia A. Thompson
Ministro General Asociado para los Ministerios de la Iglesia en General
y Co-Ejecutivo para los Ministerios Mundiales
Iglesia Unida de Cristo
Ministro General Asociado para los Ministerios de la Iglesia en General
y Co-Ejecutivo para los Ministerios Mundiales
Iglesia Unida de Cristo