Cuando nuestra fe ya no es más una mera fórmula
Alguna vez tendremos que dejar de decir que no esperábamos esto. Ninguna persona esperaba esta pandemia, pero eso no devalúa el hecho de que esta crisis global ha alterado muchos de los métodos que hemos utilizado en un intento de estructurar nuestras vidas bien vividas. Ya sabíamos que las maneras de relacionarnos unos con otros eran totalmente insuficientes para el tipo de vida a la que Cristo nos invita. Con toda honestidad, teníamos suficiente conocimiento para discernir que ya éramos bastante malos como seres humanos. Es hora de ir más allá de la mera admisión de que no esperábamos esto, y reconocer el hecho de que, aunque no esperábamos esta pandemia, tenemos expectativas de lo que debería ser.
El coronavirus nos ha quitado de muchas maneras cosas que apreciamos y muchas de nuestras certezas. Y hemos respondido intentando estructurar cómo debería ser esta pandemia, cuán profundamente debería afectar nuestra vida diaria y que porciones de nuestras vidas deberían y no deberían tocarse. Tenemos expectativas en relación a la pandemia y también sobre lo que significará una vez que termine.
Kate Bowler, profesora de la Escuela de Divinidades Duke y autora de “Todo sucede por una razón: y otras mentiras que he amado”, rechaza la falsa seguridad que a menudo hacemos nuestra en un intento de sentir que tenemos el control total de nuestras vidas. Creemos en lo que es predecible, en aquellos que se convierte en una fórmula. Forzamos lo que deberían ser los contornos ilimitados de nuestras existencias en fórmulas rígidas de vida que no hacen honor a nuestra humanidad ni a Dios. Fórmulas de poder y de privilegio, fórmulas de relacionalidad, fórmulas relativas a lo que es "correcto", que nunca se aproximan a los tipos de relacionalidad que Dios desea compartir con nosotros/as y entre nosotros/as. El coronavirus hizo que todas las fórmulas fueran inválidas, precisamente porque en realidad nunca habían funcionado. En las propias palabras de Bowler:
“Supongo que ese es el problema con las fórmulas: son genéricas. Pero no hay nada genérico en una vida humana. [...] No existe la vida en general. Cada día ha sido una colección de detalles triviales: pequeñas intimidades, bromas, errores y realizaciones. Mis problemas no pueden resolverse con esas fórmulas - esos clichés – dado que mi vida nunca fue genérica para que apliquen en ella. Dios puede ser universal, pero yo no lo soy ".
Tal vez, en lugar de tratar de encontrarle el “lado bueno” a esta pandemia, en lugar de esperar que esta crisis resulte en una buena suma ante todo el dolor que ha causado, en lugar de forzar a que esta pandemia encaje en nuestras grandes fórmulas, dejemos que sea lo que es: algo terrible, desgarrador, insoportable. Que ese sea el punto inicial de nuestra fiel respuesta. Una respuesta que contenga una comprensión de Dios que sea más que los clichés que aprendimos en la escuela dominical o que las rígidas fórmulas a las que nos aferramos como si ellas fuesen nuestra fe.
Tal vez entonces podamos encontrar nuestro camino para atravesar esta pandemia y nuestro camino hacia una relación más profunda y más rica con Dios, entendiendo que este Dios se aparta y hace silencia, y que es un Dios que también se hace presente. Tal vez podamos decir que eso es algo “bueno”, pero quizá no necesite ser "bueno", tal vez no necesite clasificarse y mercantilizarse, tal vez no necesite convertirse en otra fracción de la fórmula. Tal vez, solo tal vez, debamos dejar ir las expectativas que tenemos de esta crisis y permitirnos contar la historia de nuestras vidas humanas de manera más sincera, con toda la textura, el trauma y la belleza que nuestras vidas encarnan.
--J. Henry Narcisse, Maestría en divinidades
Joshua fue delegado de la Iglesia Presbiteriana de los EE.UU. de NA
en la Asamblea General de CANAAC 2018.
Actualmente se desempeña como residente pastoral en Memphis, Tennessee.
Joshua fue delegado de la Iglesia Presbiteriana de los EE.UU. de NA
en la Asamblea General de CANAAC 2018.
Actualmente se desempeña como residente pastoral en Memphis, Tennessee.