El Señor está cerca
“Alégrense siempre en el Señor. Insisto: ¡Alégrense! Que su amabilidad sea evidente a todos. El Señor está cerca. No se inquieten por nada; más bien, en toda ocasión, con oración y ruego, presenten sus peticiones a Dios y denle gracias. Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, cuidará sus corazones y sus pensamientos en Cristo Jesús.
—Filipenses 4:4-7 (Versión NVI)
No recuerdo específicamente, pero creo que me dieron estos versos en un retiro eclesial para estudiantes de secundaria a principios de la década de 1990 (¡me estoy delatando a mí misma!). ¿Cómo funcionan exactamente la sabiduría y la providencia de Dios? ¿Me entregaron estos versículos porque Dios sabía específicamente que regresaría a ellos una y otra vez a lo largo de los años? ¿O regresé a ellos una y otra vez a lo largo de los años porque eran un vehículo necesario y útil para transportarme al corazón de Dios? Apenas unos pocos años más tarde, mientras participaba de una Escuela de Capacitación en Discipulado junto a Jóvenes con una Misión, me entregaron un nuevo conjunto de versículos, que se sumaron a lo que hoy considero los versículos de mi vida.
Mi familia se encuentra actualmente radicada en Hannover, Alemania, así que estábamos escuchando y preparándonos para que el coronavirus llegue a Europa a fines del mes de enero y a principios del mes de febrero, un poco antes que en América y el Caribe. Y, por supuesto, recuerdo la gran ansiedad y el profundo temor que invadieron mi corazón y mi mente. Era la ansiedad ante lo desconocido: cómo afectaría a nuestros hijos, cómo impactaría en su escolaridad, cómo golpearía a la sociedad, etc.
Pero también tenía un miedo enorme por nuestra familia en los Estados Unidos. Tenemos padres que ahora están en la flor de la vida (mi sobrina dijo que mi suegro podría considerarse viejo ahora, ya que cumplió 86 años), y me preocupé por su salud y por seguridad durante este tiempo. Una noche, mientras preparaba nuestra tradicional pizza casera los domingos por la noche, comencé espontáneamente a llorar. Me sentía abrumada por una avalancha de emociones ante lo desconocido y el peso de todo lo que implicaba.
Pero, justo entonces, recordé los versículos de mi vida y los hice mi propia oración, y oré con ellos por mis hijos mientras dormían por la noche, y se los di a mi pequeña congregación de personas de habla inglesa expatriadas aquí en Hannover, Alemania.
¡Necesitamos la paz de Dios para cuidar nuestros corazones y mentes en Cristo Jesús! Mentalmente podemos sentirnos abrumados y abrumadas con estadísticas y proyecciones. Podemos sentir la angustia por los liderazgos caóticos y las diversas opiniones sobre lo que habrá de venir. Podemos cargarnos con las cifras del desempleo y con las estrategias para ir al encuentro de las personas más necesitadas.
Nuestros corazones llevan el peso y el dolor de aquellas personas que han muerto a causa del COVID-19. Incluso soportamos el peso y el dolor de aquellos que han muerto durante este tiempo por otras causas que no sean el virus. Sin embargo, no podemos llorar ni consolar a quienes han perdido a sus seres queridos. ¡Necesitamos la paz de Dios para cuidar nuestros corazones y mentes en Cristo Jesús!
Uno de los versos en que se basa este pasaje de Filipenses es Isaías 26: 3-4, que dice: "Al de carácter firme lo guardarás en perfecta paz, porque en ti confía. Confíen en el Señor ara siempre, porque el Señor es una Roca eterna."
Pueblo de Dios, ¡el Señor está cerca durante este tiempo de Gran Pausa! Los y las animo a que confíen en Dios porque allí encontraremos seguridad en la roca eterna, y la paz de Dios guardará sus corazones y mentes en Cristo Jesús.
—Filipenses 4:4-7 (Versión NVI)
No recuerdo específicamente, pero creo que me dieron estos versos en un retiro eclesial para estudiantes de secundaria a principios de la década de 1990 (¡me estoy delatando a mí misma!). ¿Cómo funcionan exactamente la sabiduría y la providencia de Dios? ¿Me entregaron estos versículos porque Dios sabía específicamente que regresaría a ellos una y otra vez a lo largo de los años? ¿O regresé a ellos una y otra vez a lo largo de los años porque eran un vehículo necesario y útil para transportarme al corazón de Dios? Apenas unos pocos años más tarde, mientras participaba de una Escuela de Capacitación en Discipulado junto a Jóvenes con una Misión, me entregaron un nuevo conjunto de versículos, que se sumaron a lo que hoy considero los versículos de mi vida.
Mi familia se encuentra actualmente radicada en Hannover, Alemania, así que estábamos escuchando y preparándonos para que el coronavirus llegue a Europa a fines del mes de enero y a principios del mes de febrero, un poco antes que en América y el Caribe. Y, por supuesto, recuerdo la gran ansiedad y el profundo temor que invadieron mi corazón y mi mente. Era la ansiedad ante lo desconocido: cómo afectaría a nuestros hijos, cómo impactaría en su escolaridad, cómo golpearía a la sociedad, etc.
Pero también tenía un miedo enorme por nuestra familia en los Estados Unidos. Tenemos padres que ahora están en la flor de la vida (mi sobrina dijo que mi suegro podría considerarse viejo ahora, ya que cumplió 86 años), y me preocupé por su salud y por seguridad durante este tiempo. Una noche, mientras preparaba nuestra tradicional pizza casera los domingos por la noche, comencé espontáneamente a llorar. Me sentía abrumada por una avalancha de emociones ante lo desconocido y el peso de todo lo que implicaba.
Pero, justo entonces, recordé los versículos de mi vida y los hice mi propia oración, y oré con ellos por mis hijos mientras dormían por la noche, y se los di a mi pequeña congregación de personas de habla inglesa expatriadas aquí en Hannover, Alemania.
¡Necesitamos la paz de Dios para cuidar nuestros corazones y mentes en Cristo Jesús! Mentalmente podemos sentirnos abrumados y abrumadas con estadísticas y proyecciones. Podemos sentir la angustia por los liderazgos caóticos y las diversas opiniones sobre lo que habrá de venir. Podemos cargarnos con las cifras del desempleo y con las estrategias para ir al encuentro de las personas más necesitadas.
Nuestros corazones llevan el peso y el dolor de aquellas personas que han muerto a causa del COVID-19. Incluso soportamos el peso y el dolor de aquellos que han muerto durante este tiempo por otras causas que no sean el virus. Sin embargo, no podemos llorar ni consolar a quienes han perdido a sus seres queridos. ¡Necesitamos la paz de Dios para cuidar nuestros corazones y mentes en Cristo Jesús!
Uno de los versos en que se basa este pasaje de Filipenses es Isaías 26: 3-4, que dice: "Al de carácter firme lo guardarás en perfecta paz, porque en ti confía. Confíen en el Señor ara siempre, porque el Señor es una Roca eterna."
Pueblo de Dios, ¡el Señor está cerca durante este tiempo de Gran Pausa! Los y las animo a que confíen en Dios porque allí encontraremos seguridad en la roca eterna, y la paz de Dios guardará sus corazones y mentes en Cristo Jesús.
—Rev. Dr. Gretchen Schoon Tanis
Iglesia Reformada en América