Hagamos al ser humano a nuestra imagen
La pandemia del COVID-19 ha generado un fuerte temor interno en gran parte del liderazgo cristianos en América del Norte. Temen los bancos vacíos; Siempre. He escuchado a pastores postular que el autoaislamiento, necesario en el marco de la actual pandemia, se traducirá en una actitud ensimismada de "no necesito la comunidad de la iglesia" una vez que la pandemia termine. Creen que la iglesia del mañana se caracterizará por un hiperindividualismo. Opinan que las personas tendrán un tipo de fe que “pueda vivirse a través de mi iPod y desde mi sofá”, desconectada de cualquier sentido de comunidad.
Oigo ese temor, pero creo que las Escrituras ofrecen el antídoto para la iglesia de manera global.
Dios nos creó en y para la comunidad. La fe, motivada desde el yo interior, para el yo interior, expresada por uno mismo, nunca es suficiente. Atenta contra el propio carácter y el diseño de Dios.
En los relatos de la creación, por ejemplo, se nos presenta a Yahvé Dios como una comunidad. El sustantivo es plural. Al decidir crear a la humanidad, la voz de Dios dice: “Hagamos ...” En el cristianismo, hemos entendido este “nosotros” como Padre, Hijo y Espíritu Santo, el eterno Concilio trinitario. ¡Esta es una comunidad divina, de tres personas, que disciernen de modo conjunto los mejores intereses para su nueva creación! Comunidad, en acción.
Apenas unos pocos versículos después, al momento de la creación de la humanidad, continúa el énfasis en lo comunitario. Dios crea a dos personas, en relación con él y en relación entre sí, conversando mientras caminaban en la frescura del jardín. La comunidad está en nuestra historia. Está en nuestros genes, en nuestro diseño y en nuestra tradición. Hemos sido creados y creadas para florecer en comunidad.
La Escritura también continúa con énfasis adicionales y claves respecto de la comunidad. Desde el requisito de transmitir la fe a los hijos y a las hijas, que aparece en Deuteronomio 6: 20-21, donde los seguidores y las seguidoras individuales deben identificarse con el "nosotros" de la comunidad de israelitas liberados de la esclavitud, hasta el énfasis de Pablo en la iglesia como cuerpo de Cristo, compuesto por muchos miembros, el punto es claro. El pueblo de Dios está diseñado para estar en comunidad.
Sin importar que sea la peste negra o la gripe española, la iglesia tiene una historia de continuar floreciendo comunitariamente, incluso después del fin de las pandemias. Estoy convencido de que no será diferente esta vez. No puede ser diferente. La humanidad está programada para la comunidad.
De hecho, esta no es solo una realidad del cristianismo. Es una realidad humana creacional. El autor ojibway-canadiense Richard Wagamese escribe en su libro Ragged Company: "El dolor, tanto como la espiritualidad, necesita comunidad". Esta pandemia está produciendo mucho de lo primero, en múltiples formas. Y lo último está siendo probado. Ambos exigirán el florecimiento de lo comunitario. Y esa comunidad puede y debe ser la iglesia.
Los credos y confesiones sin tiempo de la iglesia profesan esta verdad. En el Credo de los Apóstoles, las personas cristianas han profesado creer “en la comunión de los santos". El comentario del Catecismo de Heidelberg sobre esta sección afirma esto mismo al decir:
Que el Hijo de Dios, desde el principio hasta el fin del mundo, de todo el género humano, congrega, guarda y protege para sí, por su Espíritu y su palabra en la unidad de la verdadera fe, una comunidad, elegida para la vida eterna; de la cual yo soy un miembro vivo y permaneceré para siempre. (Día 21, respuesta 54).
Por lo tanto, a pesar de que una pandemia que obliga al aislamiento sea una realidad actual en todo el mundo, no temo por el futuro. La Biblia nos ofrece razones para la confianza. Dios creó la iglesia para movernos más allá del aislamiento egoísta de la vida privada y de los contactos sociales superficiales. El ideal bíblico y el impulso creacional nos mueven más allá de nosotros mismos, de nosotras mismas, hacia la comunidad para experimentar plenamente la vida común como pueblo de Dios. Los bancos estarán nuevamente llenos.
—Rev. Darren Roorda
Director de Ministerios Canadienses
Iglesia Cristiana Reformada en Norteamérica
Director de Ministerios Canadienses
Iglesia Cristiana Reformada en Norteamérica