La buena voluntad de Dios para con la humanidad
¡Gloria a Dios en las alturas,
Y en la tierra paz, buena voluntad para con los hombres!
—Lucas 2.14
El verso bíblico que encabeza esta reflexión contiene el canto angelical con el que las huestes celestiales celebraron el gran acontecimiento que en ese momento anunciaban: el nacimiento de Jesús.
El verso, después de conocer su contexto, se puede dividir en dos partes: 1) Reconocimiento de la gloria divina en el acontecimiento que se anunciaba. 2) Recuerdo de que aquello era muestra de la buena voluntad con que Dios mira a la humanidad.
Como este año nos hemos visto obligados a celebrar Adviento y Navidad de manera diferente, en encierro y con muchas limitaciones, es preciso volver a este texto, pues, en el mismo está precisamente lo que necesitamos en un tiempo como este.
Al ver nuestras celebraciones impactadas por la pandemia nos hemos dado cuenta de que toda gloria es de Dios, de que el ser humano es polvo delante de él. Hemos vuelto a recordar que no hay hombre ni mujer, ni animal, ni cosa alguna que esté fuera del alcance de Dios.
Sin dudas, Dios no quiere que el ser humano sufra, tampoco creemos que él haya enviado el Covid-19 para castigarnos, pero tampoco podemos negar que la humanidad ha estado muy de espaldas a su creador, por tanto, este susto nos ha recordado que de él es la gloria.
Por otra parte, cuando vemos que en el texto se habla de paz y buena voluntad para la humanidad, nos llenamos de esperanza. Recordamos que Dios envió a su hijo como muestra de su deseo de estar en contacto con nosotros.
Este tiempo también es adecuado para volver a la fuente de paz y esperanza: Dios. Es un momento preciso para volver a levantar el rostro, pedir perdón por nuestros pecados y volver a tomar la paz y esperanza que nos viene del cielo.
Dios siempre ha sabido de nuestra fragilidad y pecado, toda la vida ha estado enterado de nuestra infidelidad hacia él, aun así, ha mantenido su buena voluntad para nosotros. Ha querido seguir haciéndonos partícipes de su paz.
Quiera Dios que al estar en familia o en la soledad de algún distanciamiento impuesto por la pandemia volvamos al Dios de las alturas y aceptemos de buena voluntad de paz para nosotros.
Y en la tierra paz, buena voluntad para con los hombres!
—Lucas 2.14
El verso bíblico que encabeza esta reflexión contiene el canto angelical con el que las huestes celestiales celebraron el gran acontecimiento que en ese momento anunciaban: el nacimiento de Jesús.
El verso, después de conocer su contexto, se puede dividir en dos partes: 1) Reconocimiento de la gloria divina en el acontecimiento que se anunciaba. 2) Recuerdo de que aquello era muestra de la buena voluntad con que Dios mira a la humanidad.
Como este año nos hemos visto obligados a celebrar Adviento y Navidad de manera diferente, en encierro y con muchas limitaciones, es preciso volver a este texto, pues, en el mismo está precisamente lo que necesitamos en un tiempo como este.
Al ver nuestras celebraciones impactadas por la pandemia nos hemos dado cuenta de que toda gloria es de Dios, de que el ser humano es polvo delante de él. Hemos vuelto a recordar que no hay hombre ni mujer, ni animal, ni cosa alguna que esté fuera del alcance de Dios.
Sin dudas, Dios no quiere que el ser humano sufra, tampoco creemos que él haya enviado el Covid-19 para castigarnos, pero tampoco podemos negar que la humanidad ha estado muy de espaldas a su creador, por tanto, este susto nos ha recordado que de él es la gloria.
Por otra parte, cuando vemos que en el texto se habla de paz y buena voluntad para la humanidad, nos llenamos de esperanza. Recordamos que Dios envió a su hijo como muestra de su deseo de estar en contacto con nosotros.
Este tiempo también es adecuado para volver a la fuente de paz y esperanza: Dios. Es un momento preciso para volver a levantar el rostro, pedir perdón por nuestros pecados y volver a tomar la paz y esperanza que nos viene del cielo.
Dios siempre ha sabido de nuestra fragilidad y pecado, toda la vida ha estado enterado de nuestra infidelidad hacia él, aun así, ha mantenido su buena voluntad para nosotros. Ha querido seguir haciéndonos partícipes de su paz.
Quiera Dios que al estar en familia o en la soledad de algún distanciamiento impuesto por la pandemia volvamos al Dios de las alturas y aceptemos de buena voluntad de paz para nosotros.
—Rev. Jeremías Brafett Jhonson, M.A.
Pastor, Maestro, Director de Escuela
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