Produciendo mejores frutos
"Así que, por sus frutos los conoceréis." Mateo 7: 20
Mi familia y yo nos mudamos a la isla caribeña de Santa Cruz en septiembre del 2017. Antes de nuestra mudanza tomamos unas pequeñas vacaciones en una pequeña isla al norte del estado de Michigan, conocida por su caramelo blando. No hay carros, pero hay una carretera de 8 millas que rodea a la ciudad y está poblada por peatones y ciclistas. Fue un viaje de un solo día para nosotros. Al principio nos atrapó la belleza natural que nos rodeaba cuando mirábamos a la derecha sobre las aguas. Pero después de un paseo o dos noté una serie de señales que hablaban de la "tragedia histórica" de esta isla: desplazamiento, decepción, guerra, tratados rotos. En el resto del nuestros viajes tratamos de balancear disfrutando de la belleza natural sin ignorar la tragedia histórica. Es una enseñanza que trajimos a Santa Cruz.
Santa Cruz, como muchas islas del Caribe, es un hermoso lugar de sol, arena y mar. Es un lugar hacia el cual es fácil escapar y disfrutar sin ninguna atadura con el pasado. Como muchas islas, esta tiene una historia bastante desconocida o ignorada. Las Islas Vírgenes pasaron a ser parte del territorio estadounidense en 1917, compradas a Dinamarca. Pero han sido ocupadas por los españoles, los Ingleses, los franceses y , según descubrí después de llegar, por los holandeses. No me imaginaba teniendo ninguna conexión étnica o religiosa con la historia de la isla, pero al descubrirla, pensé que debía profundizar más. Lo que descubrí fue triste y trágico, pero fue algo que no estaba dispuesto a ignorar.
El Pastor Dr. Dale A. Bisnauth escribió en su libro Poder para resistir, "había algo trágico (o absurdo) acerca de la ética de los holandeses de la tradición Reformada" (pág. 10). Estos fueron responsables por las "bases de una sociedad de plantación en gran parte del Caribe" (pág. 10), y no fueron bondadosos en cuanto a eso tampoco. William Boyer en su libro Las Islas Vírgenes Americanas, sugiere que de los diferentes sistemas de esclavitud en Santa Cruz, el holandés "era el más severo" (pág. 23). De acuerdo a Gerald F. DeJong en La Iglesia Reformada Holandesa en las Colonias Americanas, como sus contemporáneos caribeños, las personas de ascendencia holandesa "estaban entre los que más activamente usaban la fuerza esclava" (pág. 161) y "desarrollaron los más severos Códigos Negros de cualquier otra colonia del norte" (pág. 168).
Según aprendí sobre los Cánones de Dordt en el seminario, nunca estuve de acuerdo con el hecho de que los líderes de la iglesia Reformada excomulgasen a sus oponentes, confiscasen propiedades e incluso decapitasen a alguien por diferencias teológicas. Ahora veo como este mismo espíritu de crueldad y superioridad fue enviado a otras tierras junto con la Compañía Holandesa de las Indias Occidentales. Siempre hay excepciones, pero mi pueblo ha tenido que producir muchos frutos que no se identifican con su Fe. Recuerdo lo que Timothy Gorringe escribió en su libro La venganza justa de Dios: "dondequiera que las enseñanzas de Juan Calvino llegaban, sentencias punitivas les seguían" (pág. 140). Y sin embargo aquí estoy, un descendiente de holandeses y pastor de la Iglesia Reformada en Estados Unidos, sirviendo a una congregación en una isla donde esas sentencias punitivas eran impuestas. ¿Qué hago con eso?
La acusación anterior no sólo de señalamiento, no es culpa blanca/holandesa, tampoco es la virtud señalándome cuán "despierto" estoy. Para mí, crece a partir de una conversación que tiene lugar regularmente aquí en Santa Cruz. Es una plática acerca de los ancestros. El pueblo holandés reformado es mi pueblo. Quienes fueron ellos es parte de quien yo soy. Con la ayuda de amigos y vecinos con raíces afrocaribeñas estoy comenzando a explorar lo que significa que mis ancestros perduren en mí. Estoy tratando de utilizar este tiempo para agradecer los dones que me han ofrecido. Pero no quiero ignorar lo que significaría reparar el daño que han cometido. Recientemente me pidieron considerar lo que significaría ofrecerle a mis ancestros sanación a través del trabajo que estamos haciendo como una congregación Reformada. Por lo tanto, estoy tratando de empaparme en las raíces holandesas a la misma vez que intento producir mejores frutos.
La Iglesia Reformada de Santa Cruz se encuentra en la cima de una loma desde la cual se divisa un vasto valle en medio de la isla. Es una pacifica locación encima del ruido donde la brisa siempre está soplando y los atardeceres son siempre maravillosos. Es un regalo alabar y reunirnos en esta elevación. Sin embargo, está localizada en tierra Siboney, tierra Caribe y tierra Arawak; tierra usurpada donde ninguno de ellos camina ya. La elevación de la tierra sugiere que debe haber sido parte de un estado que poseía esclavos y que despreciaba a las personas que trabajaban al sol para enriquecer a otros. Así que, mientras disfrutamos de la belleza natural que nos rodea, no ignoremos la tragedia histórica que nos precedió. Con personas de variadas raíces culturales hemos comenzado a reunirnos una vez al mes para descubrir la historia, hacer conexiones, trabajar en aras de sanar y tomar acciones con la esperanza de reparar los daños históricos y construir un mejor futuro (www.comingtothetable.org).
Durante esta época de pandemia, partidismo y polarización alrededor del mundo es tentador aislarnos e ignorar el dolor que nos rodea; buscar comodidad a expensas de la compasión. Es por esto que agradezco que la Iglesia Reformada en Santa Cruz sea parte del Consejo Mundial de Iglesias Reformadas y del Consejo del Área Caribeña y Norteamericana. Me recuerda que somos parte de la comunión de un diverso cuerpo de santos y rodeados por una gran nube de testigos que nos ayudarán a apartar el pecado que se aferra muy cerca de nosotros y a correr con perseverancia esa carrera que se nos presenta. Todos nosotros, con diferentes raíces culturales, miramos a Jesús el iniciador y perfeccionador de nuestra fe. Esa también es una cosa hermosa.
—Rev. Peter TeWinkle
Iglesia Reformada en Santa Cruz
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