Yo hago algo nuevo
Los ciudadanos y las ciudadanas del mundo, particularmente en los Estados Unidos de Norteamérica, estuvieron frente a sus televisores en tanto que otras accedían a sus dispositivos móviles para participar de la toma de posesión presidencial de Joseph R. Biden Jr., y de la toma de posesión de la vicepresidenta de los Estados Unidos de Norteamérica, Kamala Harris. El juramento de la vicepresidenta Harris fue histórico: es la primera mujer en ocupar el cargo, la primera persona de ascendencia africana y del oriente de Asia electa para ese cargo.
Esta toma de posesión presidencial se desarrolló dentro de una proverbial "nube oscura". Las multitudes que habitualmente pueblan el centro comercial para este tipo de eventos fueron reemplazadas por banderas que se colocaron en memoria de las más de 400.000 vidas estadounidenses perdidas por causa del COVID-19. La economía estadounidense atravesó una crisis económica cada vez más profunda. 900.000 estadounidenses solicitaron beneficios por desempleo para el mes, 17 millones de niños y niñas estadounidenses fueron víctimas de la inseguridad alimentaria, el aumento de la tensión racial había provocado disturbios civiles en meses pasado, el país se vio conmocionado por un intento de golpe de Estado el día en que un grupo de insurgentes irrumpió en el Capitolio para evitar que el Congreso certificara los resultados de las elecciones de 2020. Avanza, además, una segunda acusación sin precedentes hacia un presidente estadounidense, justamente por el rol que Donald Trump ha tenido en la incitación al ataque contra el Capitolio.
Durante este evento de inauguración, formé parte de un pequeño grupo de personas que se reunieron para nuestra reunión de oración semanal en la plataforma Zoom. Hicimos una pausa en nuestra reunión para presenciar la ceremonia, escuchando con atención al presidente Biden mientras animaba a la nación para avanzar en unidad, respetando las instituciones de la democracia. Al reanudar la reunión de oración, quien lideraba el grupo leyó el pasaje de Isaías 43:18-21. Sin exponer su relevancia para lo que habíamos presenciado en ese momento en particular, el pasaje parecía hablar por sí mismo:
18 «Olviden las cosas de antaño;
ya no vivan en el pasado.
19 ¡Voy a hacer algo nuevo!
Ya está sucediendo, ¿no se dan cuenta?
Estoy abriendo un camino en el desierto,
y ríos en lugares desolados.
20 Me honran los animales salvajes,
los chacales y los avestruces;
yo hago brotar agua en el desierto,
ríos en lugares desolados,
para dar de beber a mi pueblo escogido,
21 al pueblo que formé para mí mismo,
para que proclame mi alabanza.
He querido reflexionar aquí sobre ese pasaje para intentar descubrir su significado para un mundo acosado por la nube oscura de una pandemia global, economías en crisis, crecientes tensiones raciales provocadas por la supremacía blanca en América del norte y en Europa, y una amenaza para las instituciones democráticas. En este pasaje, el Deutero-Isaías predijo proféticamente la liberación de Israel de Babilonia. El pueblo de Israel había presenciado el saqueo de Jerusalén, la destrucción del Templo y las bajas humanas perpetradas por la habilidad militar babilónica en el campo de batalla. Fueron acorralados y llevados a la fuerza a Babilonia, donde languidecieron en cautiverio. Pero en medio del desaliento, mantuvieron la esperanza. Recordaron la liberación de sus antepasados de la opresión en Egipto. Creían que era el tipo de liberación que Yahweh podía repetir para sacarlos del cautiverio babilónico.
La declaración del profeta en 43:18: “Olviden las cosas de antaño; ya no vivan en el pasado”, no fue una reprimenda hacia pueblo por mirar hacia el pasado, sino que debe entenderse como un consejo, como una advertencia para no aceptar la liberación de Egipto - El Éxodo - como la culmine del poder redentor de Dios, porque Dios está haciendo algo nuevo. Utilizando un lenguaje prosaico, el profeta hizo alusión a la transformación de la topografía: de un terreno árido y accidentado a una tierra con un flujo continuo de agua, como una metáfora de la restauración de Israel hacia la independencia nacional y por la cual el pueblo debe responder en tono de alabanza.
Quizás Isaías 43:18-21 sea un pasaje apropiado para un momento como este. No obstante, su interpretación no tiene que limitarse a nuestra expectativa de una nueva era en los asuntos mundiales a partir de la juramentación de un nuevo presidente estadounidense. Es importante recordar que el Deutero-Isaías nos señala a Cristo y a la era del Reino de Dios. Esa es la “cosa nueva” que Dios está haciendo. Es el proverbial rayo de luz de la esperanza de salvación para la humanidad. Y es en este contexto que el texto se vuelve esencial para el éxito de nuestro empeño en avanzar en la búsqueda de la unidad entre personas con puntos de vista disímiles, la justicia racial que valora la humanidad de las personas independientemente de su etnia, la justicia económica que ofrece una red de seguridad para las personas pobres y la igualdad de género que celebra la humanidad de las mujeres. Esta “cosa nueva” es el rayo de luz que se ha abierto camino hacia las alturas, alejada de la oscuridad de la funesta pecaminosidad de la nube oscura que abraza a una pandemia mortal, un colapso económico, una animosidad racial y al autoritarismo.
—Rev. Dr. Nigel Leon Lovell-Martin
Pastor de la Iglesia Presbiteriana Myrtle Grove
Miami, Florida
Pastor de la Iglesia Presbiteriana Myrtle Grove
Miami, Florida
El Rev. Dr. Nigel Leon Lovell-Martin es ex moderador del Presbiterio de Florida Tropical y se desempeña en la actualidad como integrante del Comité de la Oficina de la Asamblea General de la Iglesia Presbiteriana de los EEUU de NA (PCUSA, por sus siglas en inglés). También ofrece cursos de psicología educativa y liderazgo en la Universidad Florida Atlantic. Está casado con la Dra. Barbara Lovell-Martin, profesora de enfermería en Broward College. Son padres de tres adultos jóvenes.