Leer: Juan 16-17
A pesar de las resistentes botas de invierno se me endurecen los dedos de los pies, se juntan mientras arrastro los pies en este frío de diciembre. Estoy entumecida, pero puedo ver el rayo solitario del sol y los copos de nieve que lo refractan. Los inviernos en Michigan pueden parecer interminables. Aquí sentada, cubierta con una manta cerca de la chimenea, unas semanas luego de la Navidad, sé que es hora de quitar el árbol y de guardar en cajas los adornos y el pesebre, pero la idea de que las temperaturas frías y el tiempo de las nevadas aun continúen durante dos meses más (¡al menos!) sin las luces parpadeantes me deprime. Los días soleados son poco frecuentes aquí entre noviembre y marzo, y estos días cortos y las noches largas con cielos nublados proyectan una palidez sombría, sobre todo, especialmente luego de que la emoción inicial de la primera nevada se desvanece y concluye el tiempo navideño. Tengo una sensación de pérdida. Llevo, en el frío de los dedos de mis pies, la conciencia de que el camino que queda por recorrer es largo. Recientemente he tenido sentimientos similares sobre la situación de mi denominación, la Iglesia Reformada en América. Poco después de mi ordenación en 2020, muchas personas del liderazgo de mi distrito en Michigan Occidental formaron un grupo que se separó, fracturando el distrito. Experimentamos una increíble pérdida ya que, en dos años, nos redujimos de veintiocho iglesias a solo cinco. Esta pérdida se reflejó también a nivel denominacional, lamentando la separación de aproximadamente una cuarta parte de sus iglesias, que representan casi la mitad del total de la membresía. A pesar de la pérdida, quienes quedamos manteníamos un sentimiento de esperanza. Era como la caída de las hojas, esos primeros días crujientes de otoño; sabíamos que estábamos entrando en una estación dura, pero nos impulsaban el romanticismo del cambio y la promesa de un nuevo crecimiento luego de la pérdida. Sin embargo, la pérdida sigue siendo pérdida, y mientras continuamos debatiendo la reestructuración de toda la denominación, nos enfrentamos a la dura realidad de que el cambio que se viene posiblemente implique aún más pérdida, no sólo de hojas caídas y de ramas astilladas, sino de recursos y de relaciones que valoramos mucho. Hay esperanza en el horizonte, pero aún nos queda mucho invierno por delante. ¿Hacia dónde miramos cuando el cielo parece demasiado gris y el invierno demasiado largo? La oración de Jesús por los discípulos en Juan 17 es la culminación de una serie de advertencias sobre lo que les espera. "Miren que viene la hora, y ya es la hora, en que ustedes serán dispersados", dice el Señor (16:32). Muy pronto, como Jesús ya les había dicho muchas veces, él sería llevado de regreso al Padre. Los discípulos perderían su conexión corporal con su Señor y Salvador, su comunión diaria con Jesús y entre ellos; en algunos casos, incluso perderían sus vidas. “Muchas cosas me quedan aún por decirles, que por ahora no podrían soportar", dice Jesús en 16:12. Se aproximan cosas duras, y Jesús lo sabe que son demasiado duras para poder soportarlas. En medio de estas inquietantes advertencias, Jesús dirige su mirada al cielo. Le pide a su Padre que proteja a sus amigos, y esa súplica está vinculada a una visión: “Padre santo, protégelos con el poder de tu nombre, el nombre que me diste, para que sean uno, lo mismo que nosotros" (17:11). Cuando el camino es largo, los discípulos son invitados a recordar que no están solos. Y no se trata sólo de recordar; la oración de Jesús ofrece una promesa: Dios les protegerá y les llevará hacia la unión con Dios mismo. Cuando nos sentimos dispersos y el peso de la pérdida parece demasiado grande para poder soportarla, recordamos que tenemos una conexión, a través de Cristo, con todas las personas que creen. Miramos a las parcerías, globales y ecuménicas, reconociendo nuestra necesidad de unidad para soportar el largo invierno. Al aprender y al apoyarnos en un espíritu de mutualidad, participamos de la promesa de Dios, que es mayor que nuestros propios esfuerzos: Dios nos acercará a su presencia. Seremos uno, por medio de Cristo. Soy relativamente nueva en el liderazgo del RCA (por sus siglas en inglés). Mi ordenación en 2020 coincidió con los primeros días de la pandemia del COVID-19, seguida poco después por las fragmentaciones en la denominación. Yo, como muchas personas, me sentí conmocionada, confundida y dispersa en espíritu. Luego, en el año 2022, asistí a mi primer Sínodo General de la RCA. Allí experimenté la realidad de que la pérdida que yo sentía, compartida por personas de toda la denominación, no era la historia completa. También había belleza y una diversidad de expresiones en la vida y en el culto que iban mucho más allá de mi experiencia en el oeste de Michigan. En medio del lamento, el espacio creado por las pérdidas que hemos sufrido estaba ofreciendo en realidad oportunidades para levantar las voces de las mujeres y de las personas de color, voces que no siempre han sido escuchadas. Aunque las pérdidas continuarán y serán difíciles de soportar, en realidad no estamos solos y solas. En medio del dolor, hay esperanza. Pregunta para la reflexión: ¿Qué estaciones invernales has experimentado en tu propia vida y en tu ministerio? Al igual que nuestro Señor elevó sus ojos al cielo, eleva tus preocupaciones en oración ante el trono de Dios. Recibe la seguridad de que en Cristo no estás solo, no estás sola. -Katlyn DeVries, Seminario Teológico Occidental
0 Comments
Lire : Jean 16-17
Malgré les bottes d'hiver, mes orteils se recroquevillent, s'agglutinent alors que je traverse ce froid décembre. Je suis raide, mais je peux voir le solitaire rayon de soleil et les flocons de neige qui se réfractent. Dans le Michigan, les hivers peuvent sembler interminables. Assise ici, sous une couverture près de la cheminée, quelques semaines après Noël, je sais qu'il est temps de démonter le sapin et de ranger les ornements et la crèche, mais le fait que les températures froides et le temps neigeux vont persister pendant encore deux mois (au moins !) sans les lumières scintillantes me déprime. Les journées ensoleillées sont rares ici entre novembre et mars, et ces journées courtes et longues nuits avec un ciel nuageux jettent un voile morose sur tout, surtout une fois que l'excitation suscitée par les premières neiges s'est estompée et que la saison de Noël s'est achevée. Je ressens un sentiment de perte. Je porte, dans le froid de mes orteils, la sensation que le chemin à parcourir est long. J'ai récemment éprouvé des sentiments similaires à propos de l'état de mon église, l'Église réformée d'Amérique (RCA). Peu après mon ordination en 2020, de nombreux responsables de mon district dans l'ouest du Michigan ont formé un groupe qui s'est séparé, fracturant le district. Nous avons subi des pertes considérables puisque, en l'espace de deux ans, nous sommes passés de vingt-huit à cinq églises. Cette perte s'est reflétée dans notre dénomination, qui déplore la séparation d'environ un quart de ses églises, représentant près de la moitié du nombre total de ses membres. Malgré la perte, nous, qui sommes restés, avons gardé un sentiment d'espoir. C'était comme la chute des feuilles, lors des premières journées fraîches de l'automne ; nous savions que nous allions entrer dans une période difficile, mais le romantisme du changement et la promesse d'une nouvelle croissance après la perte nous ont séduits. Mais une perte reste une perte, et alors que nous continuons à discuter de la restructuration de l'ensemble de notre dénomination, nous sommes confrontés à la dure réalité que les changements à venir signifieront probablement encore plus de pertes, pas seulement des feuilles qui tombent et des branches qui se brisent, mais aussi des ressources et des relations qui nous sont très chères. Il y a de l'espoir, mais nous avons encore beaucoup d'hiver à venir. Où se tourner lorsque le ciel semble trop gris, l'hiver trop long ? La prière de Jésus pour les disciples dans Jean 17 est le point culminant d'une série d'avertissements sur ce que les disciples doivent encore endurer. "L'heure vient, et elle est déjà venue, où vous serez dispersés", déclare notre Seigneur (16:32). Très bientôt, comme Jésus le leur a déjà dit à plusieurs reprises, il sera ramené auprès du Père. Les disciples allaient perdre leur lien corporel avec leur Seigneur et Sauveur, leur communion quotidienne avec Jésus et entre eux ; dans certains cas, ils allaient même perdre la vie. "J'ai encore beaucoup de choses à vous dire, mais vous ne pouvez pas supporter de les entendre maintenant", dit Jésus en 16:12. Des choses difficiles s'annoncent, et Jésus sait qu'elles seront trop lourdes à porter. Au milieu de ces avertissements inquiétants, Jésus tourne son regard vers le ciel. Il demande à son Père de protéger ses amis, et cette demande est liée à une vision: « Père saint, protège-les en ton nom que tu m'as donné, afin qu'ils soient un comme nous sommes un » (17,11). Lorsque la route est longue, les disciples sont invités à se rappeler qu'ils ne sont pas seuls. Et il ne s'agit pas seulement de se souvenir; la prière de Jésus fournit une promesse: Dieu les protégera et les amènera à l'union avec Dieu lui-même. Lorsque nous nous sentons dispersés et que le poids de la perte semble trop lourd à porter, nous nous rappelons que nous sommes reliés, par le Christ, à tous ceux qui croient. Nous nous tournons vers des partenariats, mondiaux et œcuméniques, reconnaissant notre besoin de nous rassembler pour endurer le long hiver. En apprenant les uns des autres et en nous soutenant mutuellement, nous participons à la promesse de Dieu, qui est plus grande que nos propres efforts - Dieu nous rapprochera de sa présence. Nous serons un, à travers le Christ. Je suis relativement novice en matière de leadership au sein de l'Église réformée d'Amérique (RCA). Mon ordination en 2020 a coïncidé avec les premiers jours de la pandémie de COVID-19, suivie de peu par les fissures dans notre dénomination. Comme beaucoup, je me suis sentie choquée, confuse et dispersée dans mon esprit. Puis, en 2022, j'ai assisté à mon premier Synode général de la RCA. J'y ai découvert que la perte que j'avais ressentie, partagée par des personnes de toute la dénomination, ne correspondait pas entièrement à la réalité. Il y avait aussi une certaine beauté - et une diversité d'expression dans la vie et le culte qui allait bien au-delà de mon expérience dans l'ouest du Michigan. Au milieu des lamentations, l'espace créé par les pertes que nous avons subies a en fait permis d'élever les voix des femmes et des personnes de couleur, des voix qui n'avaient pas toujours été entendues. Bien que les pertes se poursuivent et restent difficiles à supporter, nous ne sommes vraiment pas seuls. Au milieu du chagrin, il y a de l'espoir. Question de réflexion : Quelles saisons hivernales avez-vous connues dans votre vie et votre ministère ? Comme notre Seigneur a tourné son regard vers le ciel, élevez vos préoccupations devant le trône de Dieu dans la prière. Recevez l'assurance qu'en Christ vous n'êtes pas seul. -Katlyn DeVries, Western Theological Seminary Texte biblique: Romains 8:18-27
Personnellement, je me heurte à l'idée et à la pratique de l'espoir. Ma génération a été marquée par le passage à l'an 2000, le 11 septembre, les récessions mondiales, les guerres en Irak, en Iran, en Afghanistan et en Ukraine, une pandémie (le COVID-19), les crises de santé mentale et l'impact du changement climatique. J'espère que vous pouvez comprendre pourquoi moi, et tant d'autres à notre époque, nous hésitons à espérer. Personne ne semble vouloir apporter des changements significatifs et notre avenir semble bien sombre. Certains lèvent les bras au ciel et disent "c'est comme ça", et continuent à vivre des vies superficielles et obscures. D'autres se joignent à l'apathie - si personne d'autre ne s'en préoccupe, alors pourquoi devrais-je le faire ? Y a-t-il encore quelqu'un qui garde l'espoir d'un avenir glorieux ? Romains 8 nous rappelle que nous espérons des choses que l'on ne voit pas. Cela signifie que notre état présent d'incapacité à voir un avenir plus radieux est tout à fait conforme aux exigences de l'espérance. David M. Greenhaw propose que cette espérance comporte deux volets dans lesquels nous pouvons nous engager en tant qu'enfants de Dieu. Le premier est l'acte de se plaindre et de gémir. Il ne s'agit pas de sons de plainte, mais plutôt des sons de la terre qui gémit dans les douleurs de l'accouchement comme une femme enceinte. Le soulagement n'est pas encore arrivé, et ces gémissements sont donc des sons d'endurance à travers la douleur et la souffrance. N'abandonnez pas parce que l'enfant n'est pas encore né - une nouvelle vie arrive ! C'est un appel à serrer les dents, à s'attacher à son siège, à être patient et à se préparer. Le deuxième est un appel à l'imagination. Nous espérons des choses "qu'on ne voit pas"... elles sont invisibles ou, plutôt, imaginées. Nous servons un Dieu créateur, qui a certainement beaucoup d'imagination ( pour preuve : l'ornithorynque d’Australie) ! Aujourd'hui, nous, les enfants, sommes appelés à faire preuve du même esprit de créativité en osant rêver, espérer et même avancer vers un avenir encore inconnu. En faisant appel à notre imagination, pensons maintenant aux projets de Dieu pour l'humanité et à la façon dont ils ont toujours été impressionnants ! Ce passage répond incontestablement à ma question "Y a-t-il encore de l'espoir ?" par un ferme "oui". La souffrance doit être endurée. Notre imagination doit s'emballer. Telle est la volonté de l'Esprit qui intercède pour nous, saints. Qu'il y ait de l'espoir ! Amen. Pasteure Sanya S. Beharry, Église presbytérienne de Trinité-et-Tobago Lectura bíblica: Romanos 8:18-27
En lo personal, yo lucho con la idea y con la práctica de la esperanza. Los hechos que definieron a mi generación milenial han sido el efecto del 11 de septiembre del 2000, las recesiones mundiales, las guerras en Irak, Irán, Afganistán y Ucrania, la pandemia del COVID-19-, las crisis de salud mental y los efectos del cambio climático. Es mi esperanza que puedan entender por qué yo, y tantas otras personas de esta época, luchamos con la esperanza. A nadie parece importarle hacer cambios significativos y nuestro futuro parece bastante sombrío. Algunas personas levantan las manos y dicen "es lo que hay", y continúan viviendo vidas superficiales y ensombrecidas. Otras se contentan con la apatía: si a nadie le importa, ¿por qué debería importarme a mí? ¿Queda alguien que aún tenga esperanza en un futuro en la gloria…? Romanos 8 nos recuerda que esperamos cosas que no se ven. Eso significa que nuestro estado actual con esa incapacidad de vislumbrar un futuro más brillante está muy en consonancia con los requisitos para la esperanza. ¿Y entonces? David M. Greenhaw sugiere que hay dos partes de esta esperanza con las que podemos comprometernos como hijas e hijos de Dios. La primera es el acto de quejarse y de lamentarse. Pero esto no se refiere a los sonidos de una queja, sino más bien a los sonidos de la tierra gimiendo con dolores de parto, como una mujer que va a dar a luz. El alivio aún no ha llegado, por lo que estos gemidos y estos quejidos son sonidos de resistencia a través del dolor y del sufrimiento. No te rindas porque la criatura aún no haya nacido: ¡una nueva vida está llegando! Es un llamado a apretar los dientes, a abrocharnos los cinturones, a ser pacientes y a prepararnos. La segunda es una invitación a la imaginación. Nuestra esperanza está puesta en cosas que "no se ven"... son invisibles o, mejor dicho, imaginarias. Servimos a una divinidad creadora que, sin duda, tiene mucha imaginación (por ejemplo, el ornitorrinco). Ahora nos toca, como las niñas y los niños, ejercitar ese mismo espíritu de creatividad con nuestras mentes, atreviéndonos a soñar, a esperar e incluso a innovar hacia un futuro que aún desconocemos. Y una vez que ponemos en marcha nuestra imaginación, ¡pensemos en los planes de Dios para la humanidad y en lo asombrosos que ellos siempre han sido! Este pasaje responde innegablemente a mi pregunta de "¿Hay esperanza todavía?" con un firme "Sí". Hay que sobrellevar el sufrimiento. Nuestra imaginación debe ponerse en marcha. Tal es la voluntad del Espíritu que intercede por nosotras y nosotros, las santas y los santos. ¡Que haya esperanza! Amén. —Rev. Sanya S. Beharry, Iglesia Presbiteriana de Trinidad y Tobago Scripture: Romans 8:18-27
Personally, I struggle with the idea and the practice of hope. The defining features of my generation of millenials have been Y2K; September 11th; global recessions; wars in Iraq, Iran, Afghanistan, and Ukraine; a pandemic—COVID-19—mental health crises; and the impacts of climate change. I hope you can understand why I, and so many of this era, struggle with hope. Nobody seems to care about making significant changes and our future looks quite grim. Some throw up their hands and say, “it is what it is”, and continue living shallow and shadowed lives. Others join in the apathy—if no one else cares, then why should I? Is there anyone left who still has hope for a future in glory…? Romans 8 reminds us that we hope for things that are not seen. That means our current state of not being able to see a brighter future is very much in keeping with the requirements for hope. (Yay?) David M. Greenhaw proposes that there two parts to this hope that we can engage with, as children of God. The first is the act of moaning and groaning. This does not mean sounds of complaint, but rather sounds of the earth groaning with labour pains like a pregnant woman. Relief has not yet come, and so this moaning and groaning are sounds of endurance through the pain and suffering. Do not give up because the child hasn’t been born yet—a new life is coming! This is a call for us to grit our teeth, buckle up in our seats, be patient, and prepare. The second is a call to imagination. We hope in things “not seen” … they’re invisible or, rather, imagined. We serve a God of creation, who definitely has quite the imagination (case in point: the platypus)! Now we children are called to exercise that same spirit of creativity with our minds as we dare to dream, hope, and even innovate towards a future yet unknown. As we now engage the imagination, think now of God’s plans for humanity and how much more awesome they have always been! This passage is one that undeniably answers my question of “Is there still hope?” with a firm “Yes.” The suffering must be endured. Our imaginations must kick into overdrive. Such is the will of the Spirit who intercedes for us, saints. Let there be hope! Amen. —Rev. Sanya S. Beharry, Presbyterian Church of Trinidad and Tobago The United Church in Jamaica and the Cayman Islands (UCJCI) held its 43rd Synod from April 23-30, 2023, in the Cayman Islands. Rooted, Resilient: Reignited by the Spirit, the theme that guided the Synod, will also guide the denomination during the 2023-2025 Synodical period. The UCJCI is reviving the process of discerning the call to be an Emerging Church in the midst of the socio-economic and cultural milieu which makes being a church in two nations an interesting reality.
Jamaica and the Cayman Islands, although only forty-seven minutes in flight apart, each reflect different dynamics in the lived experience, political arrangements, gross domestic product, health care, education opportunities, and in the occurrence of crime and violence, inter alia. As such, the UCJCI must emerge in both nations in ways that are meaningful whilst maintaining the polity and ethos that are the common markers for us as one denomination. The UCJCI has developed, since the 42nd Synod in 2021, an approach to ministry and mission which continues to pave the way for the deepening of our Reformed identity as an Emerging Church within the context of the diversity of the two-nation reality. This is evidenced in the Worship, Witness, and Work schema and in the emphasis placed on Evangelism which will form the basis of how the denomination will live out its calling and ministry in both nations. Worship: There is the recognition that worship is central to the Christian experience and that for many people the time spent in worship is critical to faith understanding, commitment, dedication, and service. Worship must be life-giving, inspirational, creative and focused on the Lord and giver of life. Self-centered worship only serves to transform the chancel into a performance platform where the ‘performers’ seek to gratify their own sensibilities and such actions digress greatly from the call to worship in spirit and truth. Worship that is Rooted and Resilient: Reignited by the Spirit, is Cristo-centric and pneuma-centric, and worshippers seek to engage with God in powerful ways. The worship experience when ignited by the Spirit develops and nurtures faith which informs and transforms life. Witness: The call to be lively witnesses for a time such as this weighs heavily on the UCJCI. In this season, particular emphasis is placed on Discipleship, Stewardship, and Mission, especially for children, youth, and men. Advocacy through outreach, food security, education, collaboration, and peace initiatives as well as moral issues including abortion and human sexuality are also on the agenda for discernment and discussion. Remaining faithful yet meeting the demands of the now is the challenge for the UCJCI in its quest as an Emerging Church. The UCJCI must, with reverence, compassion, and courage arrive at the core of what it means to be the church in order to remain relevant and certain in an uncertain world. Work: The UCJCI recognizes the reality that the post-Covid-19 church requires a refreshed leadership, credible theology that meets the needs of people, and resources that are available to enable meaningful engagement. The denomination is therefore committed to maximizing training opportunities, using technology to increase ministry efficiency, recruiting persons for ministry, identifying and nurturing potential leaders, vocational re-tooling, assessing congregational life, and realigning Charges for efficient and effective ministry. One critical undertaking will be a review of the gender issues in ordained ministry, even as the UCJCI celebrates fifty years since the ordination of the first female minister, Rev. Dr. Adlyn White in June 1973. Evangelism: The call to faith and the experience of the believer is of utmost importance to the UCJCI. Hence, evangelism remains core to who we are as a denomination. Beyond the households, and those in the immediate environment, our evangelism must impact the margins of both societies. The Cayman Islands have become attractive to many who proclaim atheism and agnosticism and the need to present the Gospel is great. Jamaica’s level of crime and violence speaks to an unfortunately growing cohort that diminishes the value of human life and dignity and hence there is a failure to uphold the concept of Imago Dei in the fellow human being. Therefore in both contexts, evangelism is crucial. The UCJCI, as it pursues the Synodical Theme, Rooted, Resilient: Reignited by the Spirit, recognizes the enormity of the call and reality to not only be an interpretive church in two nations but to be a church revealing Christ to the world. We strive to be a lived reality of what it means to be a united church proclaiming the Gospel to people with varying needs but all seeking the same Saviour. We will remain resolute in our faithfulness to proclaim Christ to this generation and to allow the Spirit to be our guide and stay. —Rev. Dr. Yvette Noble-Bloomfield Deputy General Secretary, UCJCI Enraizadas, Resistentes: Reavivadas por el Espíritu: El llamado y la realidad de la UCJCI
La Iglesia Unida en Jamaica y en las Islas Caimán (UCJCI, por sus siglas en inglés) celebró su 43º Sínodo del 23 al 30 de abril de 2023 en las Islas Caimán. Enraizadas, Resistentes: Reavivadas por el Espíritu, fue el tema que guio el Sínodo y que también guiará a la denominación durante el periodo sinodal 2023-2025. La UCJCI está reavivando el proceso de discernimiento del llamado a ser una Iglesia Emergente en medio de un entorno socioeconómico y cultural que ofrece una realidad interesante para ser una iglesia en dos naciones. Aunque están apenas separadas por cuarenta y siete minutos de vuelo, Jamaica y las Islas Caimán reflejan dinámicas diferentes en las experiencias de vida, los acuerdos políticos, el producto bruto interno, la atención sanitaria, las oportunidades de educación y en la incidencia de la delincuencia y de la violencia, entre otras cosas. Como iglesia unida, la UCJCI debe desarrollarse en ambas naciones de un modo que sea significativo, manteniendo al mismo tiempo la política y el ethos que son los marcadores comunes como una denominación. Desde su 42º Sínodo, celebrado en 2021, la UCJCI ha desarrollado un enfoque del ministerio y de la misión que sigue abriendo el camino hacia la profundización de nuestra identidad reformada como Iglesia Emergente en el contexto de la diversidad de una realidad binacional. Esto se hace evidente en el esquema Litúrgico, en el Testimonio y en la Tarea y el énfasis puesto en la Evangelización, que forman la base sobre la cual la denominación llevará a cabo su llamado y su ministerio en ambas naciones. Liturgia: Se reconoce que el culto resulta esencial para la experiencia cristiana y que, para muchas personas, el tiempo dedicado al culto resulta decisivo para su comprensión de la fe, su compromiso, su dedicación y su servicio. El culto debe ser vivificante, inspirador, creativo y enfocado en el Señor y dador de vida. El culto egocéntrico sólo sirve para transformar el altar en una plataforma de actuación a partir de la cual los y las "artistas" buscan satisfacer sus propias sensibilidades, y esas acciones se alejan en buena medida del llamada a una adoración en espíritu y en verdad. La adoración enraizada y resistente: reencendido por el Espíritu, está centrada en Cristo y en la pneuma, y quienes adoran buscan comprometerse con Dios de maneras poderosas. La experiencia de la adoración, cuando es encendida por el Espíritu, desarrolla y alimenta una fe que da sentido y transforma la vida. Testimonio: El llamado a dar testimonio vivo en un tiempo como éste, pesa mucho sobre la UCJCI. En este tiempo, ponemos un énfasis especial en el Discipulado, en la Corresponsabilidad y en la Misión, sobre todo para la niñez, la juventud y los hombres. El discernimiento y el debate sobre cuestiones morales como el aborto y la sexualidad humana también forman parte de la agenda. El desafío de la UCJCI en su búsqueda por ser una Iglesia Emergente es mantenerse fiel a las exigencias del presente. La UCJCI debe, con reverencia, compasión y valentía, llegar a la esencia de lo que significa ser Iglesia para seguir siendo un espacio relevante y seguro en un mundo incierto. Tarea: La UCJCI reconoce como una realidad que la iglesia post-Covid-19 requiere de un liderazgo renovado, de una teología creíble que responda a las necesidades de las personas y de unos recursos disponibles que permitan un compromiso significativo. Por ende, la denominación se compromete a maximizar las oportunidades de formación, a utilizar la tecnología para aumentar la eficacia del ministerio, a convocar personas para el ministerio, a identificar y a formar a potenciales líderes y lideresas, a reorientar las vocaciones, a evaluar la vida de la congregación y a realinear los cargos para un ministerio eficiente y eficaz. Una tarea fundamental será la revisión de los temas de género en el ministerio ordenado, incluso cuando la UCJCI celebra el cincuenta aniversario de la ordenación de la primera mujer al ministerio, la Rev. Dra. Adlyn White, en junio de 1973. Evangelización: El llamado a la fe y a la experiencia de las personas creyentes son de mucha importancia para la UCJCI. De ahí que la evangelización siga siendo el eje de lo que somos como denominación. Más allá de los hogares y de las personas del entorno inmediato, nuestro evangelismo debe impactar en los márgenes de ambas sociedades. Las Islas Caimán se han vuelto atractivas para muchas personas que pregonan el ateísmo y el agnosticismo, lo cual aumenta la necesidad de anunciar el Evangelio. El nivel de delincuencia y de violencia en Jamaica habla de un grupo desgraciadamente creciente que no valora la vida ni la dignidad humanas, por lo cual no se defiende el concepto de Imago Dei en el prójimo y la prójima. Por lo antedicho la evangelización se torna crucial en ambos contextos. La UCJCI, al asumir el lema Sinodal: Enraizadas, Resistentes: Reavivadas por el Espíritu, reconoce la enormidad de su llamado y la realidad de no ser apenas una iglesia interpretativa en dos naciones, sino una iglesia que revele a Cristo al mundo. Nos esforzamos por ser una realidad vivida de lo que implica ser una iglesia unida que anuncia el Evangelio a personas con necesidades diversas pero que buscan al mismo Salvador. Permaneceremos firmes en nuestra fidelidad para proclamar a Cristo a esta generación, dejando que el Espíritu sea nuestra guía y nuestro lugar de permanencia. —Rev. Dra. Yvette Noble-Bloomfield Secretaria General Adjunta, UCJCI L'Église Unie de la Jamaïque et des Îles Caïmans (UCJCI) a tenu son 43ème Synode du 23 au 30 avril 2023 sur les Îles Caïmans. Enracinée, résiliente : Ravivé par l'Esprit, le thème qui a guidé le Synode, guidera également la dénomination au cours de la période synodale 2023-2025. L'UCJCI relance le processus de perception de la vocation à être une Église émergente au milieu du milieu socio-économique et culturel qui fait qu'être une Église dans deux nations est une réalité intéressante.
La Jamaïque et les îles Caïmans, bien que séparées par seulement quarante-sept minutes de vol, reflètent chacune des dynamiques différentes dans l'expérience vécue, les dispositifs politiques, le produit intérieur brut, les soins médicaux, les opportunités d'éducation, et la fréquence de crimes et de violences, entre autres. En tant que telle, l'UCJCI doit se manifester dans les deux nations de manière significative tout en maintenant la politique et l'éthique qui sont les marqueurs communs de notre seule église. L'UCJCI a développé, depuis le 42e Synode en 2021, une approche du ministère et de la mission qui continue à ouvrir la voie à l'approfondissement de notre identité réformée en tant qu'Église émergente dans le contexte de la diversité de la réalité des deux nations. Ceci est mis en évidence dans le schéma Culte, Témoignage et Travail et dans l'accent mis sur l'évangélisation qui constituera la base de la manière dont l'Eglise vivra son appel et son ministère dans les deux nations. Le culte : Il est reconnu que le culte est au cœur de l'expérience chrétienne et que, pour beaucoup de gens, le temps passé au culte est essentiel pour comprendre la foi, s'engager, se dévouer et servir. Le culte doit être vivifiant, inspirant, créatif et centré sur le Seigneur, qui donne la vie. Le culte centré sur soi ne sert qu'à faire de la chaire une scène de spectacle où les "artistes" cherchent à satisfaire leurs propres sensibilités, ce qui s'éloigne considérablement de l'appel à célébrer le culte en esprit et en vérité. Un culte enraciné et résistant : ravivé par l'Esprit, est centré sur le Christ et sur l' Esprit, et les fidèles cherchent à s'engager avec Dieu d'une manière puissante. L'expérience cultuelle, lorsqu'elle est animée par l'Esprit, développe et nourrit la foi qui influence et transforme la vie. Le témoignage : L'appel à être des témoins vivants pour un temps comme celui-ci pèse lourdement sur l'UCJCI. En cette saison, l'accent est mis sur la vie de disciple, la bonne gestion et la mission, en particulier pour les enfants, les jeunes et les hommes. La défense des droits par la sensibilisation, la sécurité alimentaire, l'éducation, la collaboration et les initiatives de paix, ainsi que les questions morales, notamment l'avortement et la sexualité humaine, sont également à l'ordre du jour pour être discernées et discutées. Rester fidèle tout en répondant aux exigences du présent, tel est le défi que doit relever l'UCJCI en tant qu’égliese émergente. L'UCJCI doit, avec respect, compassion et courage, parvenir au noyau de ce que cela signifie d’être l'Église afin de rester pertinente et certaine dans un monde incertain. Le travail : L'UCJCI reconnaît que l'Eglise après la crise du Covid a besoin d'un leadership renouvelé, d'une théologie crédible qui réponde aux besoins des gens, et de ressources disponibles pour permettre un engagement significatif. L'Église s'est donc engagée à maximiser les possibilités de formation, à utiliser la technologie pour accroître l'efficacité du ministère, à recruter des personnes pour le ministère, à identifier et à soutenir les futurs dirigeants, à réorienter les vocations, à évaluer la vie paroissiale et à redéfinir les tâches en vue d'un ministère efficace et efficient. L'une des tâches essentielles consistera à examiner les questions de genre dans le ministère ordonné, alors même que l'UCJCI célèbre les cinquante ans de l'ordination de la première femme pasteure, Dr. Adlyn White, en juin 1973. L'évangélisation : L'appel à la foi et l'expérience du croyant sont de la plus haute importance pour l'UCJCI. C'est pourquoi l'évangélisation reste au cœur de ce que nous sommes en tant qu'église. Au-delà des foyers et de l'environnement immédiat, notre évangélisation doit avoir un impact sur les marges des deux sociétés. Les îles Caïmans sont devenues attrayantes pour de nombreuses personnes qui proclament leur athéisme et leur agnosticisme, et la nécessité de leur annoncer l'Évangile est grande. Le niveau de criminalité et de violence en Jamaïque témoigne d'une proportion malheureusement croissante de personnes qui diminuent la valeur de la vie et de la dignité humaines et qui, par conséquent, ne respectent pas le concept de l'Imago Dei dans l'être humain. Par conséquent, dans les deux contextes, l'évangélisation est indispensable. L'UCJCI, en poursuivant le thème synodal, Enracinée, Résiliente : Ravivée par l'Esprit, reconnaît la grandeur de l'appel et la réalité de ne pas être seulement une église interprétative dans deux nations, mais d'être une église révélant le Christ au monde. Nous nous efforçons d'être une réalité vécue de ce que cela signifie d'être une Église unie proclamant l'Évangile à des personnes ayant des besoins différents mais cherchant toutes le même Sauveur. Nous resterons résolus dans notre fidélité à proclamer le Christ à cette génération et à permettre à l'Esprit d'être notre guide et notre soutien. -Pasteure Dr. Yvette Noble-Bloomfield Secrétaire générale adjointe, UCJCI Comme de bons intendants des diverses grâces de Dieu, mettez chacun au service des autres le don que vous avez reçu.. —1 Pierre 4:10 (Traduction Segond 21)
Chacun d'entre nous est unique. Nos différences font notre force. Aucun d'entre nous ne peut tout faire, mais chacun d'entre nous peut faire quelque chose. Lorsque nous reconnaissons que nous sommes faits à l'image et à la ressemblance de Dieu, nous nous émerveillons de la diversité de l'image et de la ressemblance divines. Notre diversité collective crée une unité de cœur, d'esprit et d'âme dans la communauté. C'est un miroir de la majesté divine. Nous pouvons penser à 1 Pierre 4:10 qui nous rappelle que nous sommes les intendants de la grâce diverse, multiple et variée de Dieu. Nos différents dons sont destinés à nous servir et à nous bénir les uns les autres. Lorsque nous faisons cela, nous réalisons que l'Esprit de Dieu transforme les fragments de nos parcours individuels en un puzzle qui nous rappelle que nous sommes tous merveilleusement faits pour nous intégrer dans la beauté et le miracle de l'univers. Nous considérons qui nous sommes et quels sont nos parcours individuels. Nos parcours ont été géographiques, spirituels, émotionnels et intellectuels. Chaque aspect de notre existence nous montre que nous faisons partie de la diaspora divine. Je pense à ma propre vie et aux années passées au Canada, aux États-Unis, au Royaume-Uni, en Israël et, aujourd'hui, à la Trinité-et-Tobago, où j'occupe le poste de directeur du plus ancien établissement d'enseignement supérieur du pays : Andrew's Theological College, qui est un centre de formation œcuménique de l'Église presbytérienne de Trinité-et-Tobago. Cette Église a vu le jour grâce à un voyageur qui, arrivé par hasard à Trinidad, a ressenti le besoin d'une mission. Après de nombreux voyages, notre Église compte 108 églises, 72 écoles primaires et 5 écoles secondaires dans un milieu multiculturel, multireligieux et multiethnique. Les versets 13 à 16 du Psaume 139 nous assurent qu'il existait un plan pour nous avant même que l'histoire ne commence. Nous pouvons réfléchir profondément et avec amour à l'endroit où le Seigneur vivant nous a amenés et à l'endroit où notre travail d'amour nous formera et nous emmènera. Aujourd'hui, les temps nouveaux apportent de nouvelles chances et de nouveaux défis. Les versets 2 à 4 du Psaume 139 nous montrent que même nos chemins sont soumis au discernement et à la direction de Dieu. La diversité de nos directions nous parle du Seigneur qui danse en bordure de notre foi et qui nous apporte la majesté des marges de nos expériences. La réponse des anges à la bénédiction déconcertante de la résurrection dans Matthieu 28 est que le Christ nous précède et que nous devrions nous mettre en mouvement pour le voir. Puissions-nous nous mettre en mouvement en tant qu'individus. Puissions-nous nous mettre en mouvement en tant qu'églises et communautés. Puissions-nous aller vers la célébration de l'unicité et de la diversité. Puissions-nous nous diriger vers le bonheur sanctifié qui nous fait passer du statut de simples individus à celui de Corps du Christ dans le monde, pour le monde et avec le monde. Nos déplacements nous apprennent à mieux connaître le monde et à mieux nous connaître nous-mêmes, et élargissent les frontières de notre sagesse à mesure que nous comprenons mieux l'impressionnante diversité que Dieu est en train d'opérer. Qui que nous soyons, où que nous soyons, et quoi que nous puissions faire, nous pouvons le faire pour Dieu. Acceptons le mystère et rejoignons l'unité du voyage pour la justice ! -Adrian D. E. Sieunarine, directeur du St. Andrew's Theological College Like good stewards of the manifold grace of God, serve one another with whatever gift each of you has received. —1 Peter 4:10
Each one of us is unique. Our differences make us strong. None of us can do everything but each of us can do something. When we recognize that we are made in the image and likeness of God, then we marvel at the diversity of the divine image and likeness. Our collective diversity creates a unity of heart, mind, and soul in community. This is a mirror of divine majesty. We can think about 1st Peter 4:10 which reminds us that we are stewards of the diverse, manifold, varied grace of God. Our different gifts are meant for us to serve and bless one another. When we do that, then we realize that the Spirit of God is transforming the pieces of our individual journeys into the interlocking jigsaw puzzle that is the reminder that we all are wonderfully made to fit into the beauty and wonder of the universe. We reflect on who we are, and our individual journeys. Our journeys have been geographic, spiritual, emotional, and intellectual. Every aspect of our existence shows us that we are part of the divine diaspora. I think of my own life, and of years living in Canada, the USA, the UK, Israel, and now Trinidad and Tobago where I serve as the Principal of the oldest tertiary educational institution in the nation: St Andrew’s Theological College which is an ecumenical training center of The Presbyterian Church of Trinidad and Tobago. This Church began because of someone on a journey who inadvertently arrived in Trinidad and saw the need for mission. Many journeys later, our Church has 108 churches, 72 primary schools and 5 high schools in a multicultural, multireligious, multiethnic milieu. Psalm 139 verses 13 to 16 assure us that there was a plan for us even before history had dawned. We can ponder deeply and think lovingly about where the living Lord has brought us and where our loving labour will make us and take us. Now, new times bring new opportunities and challenges. Psalm 139 verses 2 to 4 speak to us about how even our journeys are within divine discernment and direction. The diversity of our directions speaks to us of the Lord who dances on the fringes of our faith and who brings to us majesty from the margins of our experiences. The angelic response to the bewildering blessing of the Resurrection in Matthew 28 is that Christ is going before us and we should be on the move to see him. May we move as individuals. May we move as churches and communities. May we move to celebration of uniqueness and diversity. May we move to the sanctified happiness that transforms us from being individuals into the ongoing becoming of being the Body of Christ in the world, for the world, and with the world. Our travels enlighten us more about the world and about ourselves, and expand the frontiers of our wisdom as we grow in understanding of the awesome diversity that the divine is doing. Whoever we are, wherever we are, and whatever we can do, we can do it for God. Let us embrace the mystery and join the unity of the journey for justice! —Rev. Adrian D. E. Sieunarine, Principal, St. Andrew's Theological College |
AuthorsMembers from CANAAC contribute to these monthly reflections. Archives
February 2024
Categories |