[1] Salió Jesús de allí y fue a su tierra, en compañía de sus discípulos. [2] Cuando llegó el sábado, comenzó a enseñar en la sinagoga.—¿De dónde sacó éste tales cosas? —decían maravillados muchos de los que le oían—. ¿Qué sabiduría es ésta que se le ha dado? ¿Cómo se explican estos milagros que vienen de sus manos? [3] ¿No es acaso el carpintero, el hijo de María y hermano de Jacobo, de José, de Judas y de Simón? ¿No están sus hermanas aquí con nosotros?Y se escandalizaban a causa de él. Por tanto, Jesús les dijo: [4] —En todas partes se honra a un profeta, menos en su tierra, entre sus familiares y en su propia casa. [5] En efecto, no pudo hacer allí ningún milagro, excepto sanar a unos pocos enfermos al imponerles las manos. [6] Y él se quedó asombrado por la incredulidad de ellos. Marcos 6:1-6 [NVI] Este último año ha sido doloroso y frustrante, como consecuencia de la pandemia de la COVID-19 han aumentado el hambre, la inequidad, la desesperación y la muerte. Resulta muy difícil mantener el buen ánimo, las sonrisas y los sueños, en medio de una etapa tan desgastante, por su impacto negativo y duración. Ha cambiado de manera irreversible todo lo que nos era habitual, sin que veamos la salida o posibilidad de alternativas. Todos hemos sufrido cambios y afectaciones, en las diferentes dimensiones de nuestras vidas. En lo personal me declaro dependiente del abrazo, del beso y la sonrisa, no solo por ser un latino "toquetón", sino porque me gusta expresar el cariño de una manera corpórea. Para mí la Comunidad de Fe es uno de los espacios en que compartimos cariño, alimentamos con comida, abrazos y palabras a aquellos hambrientos de cuerpo y espíritu, a la vez que recibimos alimento desde sus vidas. Sufro el distanciamiento, la ausencia de abrazos. Servir como pastor, apoyando en proyectos sociales, en espacios celebrativos-educativos, visitando las casas y las vidas, ha sido hasta ahora un Pentecostés en el que mi voz se suma a la del Pueblo de Dios, hambriento, enfermo, agradecido y celebrante. Extraño eso, como también los espacios del Consejo de Área del Caribe y América del Norte (CANAAC), donde nos encontramos hermanos de diferentes iglesias y países, para conocernos, soñar juntos y celebrar al mismo Dios. En este tiempo podemos coincidir con Jesús en la frustración de vernos sin soluciones suficientes, en el dolor de no poder compartir enseñanzas y sanación como parte de nuestro camino como creyentes cristianos. Sin embargo, pese al asombro, Jesús asumió su fragilidad y de manera humilde encontró nuevas formas de ayudar al continuar su camino. Pensemos en este tiempo de pandemia como un viaje espiritual, en el que escuchemos nuevas y conocidas voces, diciendo palabras inesperadas. Escuchemos la voz esperanzadora de Dios para su Pueblo, en medio del dolor. Aceptemos, aún con asombro, nuestra fragilidad como espacio de revelación de Dios hacia nuevas maneras de vivir. —PP Jesús O. Rodríguez Martínez Iglesia Presbiteriana - Reformada en Cuba Miembro del Comité Directivo de CANAAC
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January 2023
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