[4] Todos fueron llenos del Espíritu Santo y comenzaron a hablar en diferentes lenguas, según el Espíritu les concedía expresarse. [12] Desconcertados y perplejos, se preguntaban: «¿Qué quiere decir esto?» Hechos 2: 4,12 En Hechos 2 Dios reúne a un pueblo disperso, al cumplir la promesa que hizo en Joel 2: «En los últimos días derramaré mi Espíritu...» En un cierre de lo que sucedió en la Torre de Babel, cuando la gente se dispersó y sus idiomas se volvieron incomprensibles entre sí, ahora Dios une a personas de todos los idiomas y reafirma su promesa de salvación. ¿Sabías que en la actualidad se hablan 7.139 idiomas? Como vicepresidenta de la Comunión Mundial de Iglesias Reformadas (CMIR), me he acostumbrado a escuchar muchos idiomas cuando se reúne nuestra organización. Empleamos intérpretes que traducen para que podamos hacer el trabajo de comunión y justicia de una manera que involucre todas nuestras voces. Se siente como una especie de Pentecostés, cuando hablamos con claridad y escuchamos con atención para que podamos entendernos unos a otros. A veces hablamos diferentes idiomas, incluso cuando empleamos el mismo idioma. Nos malinterpretamos, nos resulta difícil escuchar para comprender. Esto sucede en la arena política, en las redes sociales e incluso en la Iglesia. Como muchos están impacientes por volver a la «normalidad» después de Covid, reconocemos las importantes injusticias que Covid ha acentuado. La CMIR se ha comprometido con «Covid-19 y más allá», un proceso en el que nos preguntamos, «¿Qué exige el Señor de nosotros?» (Miqueas 6: 8). Es una pregunta similar a la que se hace en Hechos 2: «¿Qué significa esto?» Pentecostés brinda la oportunidad de aprender o volver a aprender el idioma del Espíritu. Primero, es el lenguaje de la nueva vida. Las palabras de Jesús en Juan 10: 10, «Vine para que tengáis vida y la tengáis en abundancia» son importantes para la CMIR. Buscamos servir a un Dios de vida en todos los aspectos de la comunión. En el don del Espíritu, volvemos a aprender y reafirmamos el lenguaje de una nueva vida para todos. En segundo lugar, el lenguaje del Espíritu es el lenguaje del amor. Cuando Jesús prometió la venida del Espíritu, dijo que este les recordaría a los discípulos todo lo que Jesús les había enseñado. La noche en que fue traicionado, Jesús dio un nuevo mandato: que se amen unos a otros. Aunque ellos no entendían completamente lo que les esperaba, más que nosotros en este momento, el Espíritu les enseñaría a amar, lo que comienza con escuchar. En tercer lugar, el lenguaje del Espíritu es el lenguaje de la nueva confesión. Después de la resurrección de Jesús, los discípulos respondieron escondiéndose por temor a los judíos. Fue entonces cuando Jesús se apareció y dijo: «Como el Padre me envió, yo os envío». Y con eso sopló sobre ellos y dijo: «Recibid el Espíritu Santo» (Juan 20: 21-22). En Pentecostés, Pedro confiesa audazmente a Jesús como Señor. «Covid y más allá» enfatiza que no solo debemos ser la Iglesia que tiene confesiones, sino que busca confesar con valentía al Dios de la vida en un mundo caído entre los ladrones (Juan 10:10). Amigos, busquemos volver a aprender el lenguaje del Espíritu: un lenguaje de nueva vida, nuevo amor y nueva confesión del Dios de la vida, llamados a la comunión y comprometidos con la justicia. Que podamos discernir juntos cómo Dios nos está llamando a vivir y trabajar juntos en un momento como este. —Rev. Lisa Vander Wal Iglesia Reformada en América Vice Presidenta de la CMIR
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Como ejecutivo de mi denominación y miembro del comité directivo de CANAAC (Consejo de Área del Caribe y América del Norte) de la Comunión Mundial de Iglesias Reformadas (CMIR), he estado reflexionando últimamente sobre el estado de nuestro mundo, nuestras naciones, especialmente en América del Norte, y las múltiples divisiones que vemos en nuestra sociedad. Por la manera en que se desarrollan los eventos, parece que todas nuestras instituciones (gubernamentales, sociales e incluso nuestras instituciones religiosas e iglesias) están reaccionando a los eventos del mundo a medida que ocurren. Y con toda esta reacción, me pregunto, ¿quién está liderando? Como cristianos, seguidores de Jesucristo, creo que nuestro Señor tiene algo que decir sobre esta condición en la que nos encontramos. En medio de todas las escisiones, discusiones, desacuerdos y discordias, ¿qué pasaría si hubiera instituciones que modelaran un camino diferente? ¿Qué pasaría si hubiera instituciones que personificaran una forma diferente: una forma de respeto mutuo, una forma que demuestre cuidado y preocupación por los demás, y sí, una forma que demuestre la posibilidad de que podamos cuidarnos y amarnos unos a otros, incluso mientras nos amamos a nosotros mismos? Resulta que tales instituciones existen (o deberían) existir, aunque debo admitir que, en medio de la cacofonía de voces y situaciones que compiten por nuestra atención, estas instituciones parecen haber perdido el rumbo. Esas instituciones, la manifestación física de la Iglesia, en sus múltiples formas, se construyeron para representar una nueva forma de ser, una nueva forma de vida, una nueva forma de amar. Como miembros de la Iglesia de Cristo, estamos llamados a ser un pueblo de esta manera diferente. Estamos llamados a ser pueblo de la vid, como Cristo mismo nos describió en los escritos de Juan 15: [1] «Yo soy la vid verdadera, y mi Padre es el labrador.» [4] «Permanezcan en mí, y yo permaneceré en ustedes. Así como ninguna rama puede dar fruto por sí misma, sino que tiene que permanecer en la vid, así tampoco ustedes pueden dar fruto si no permanecen en mí.» Jesús nos está llamando a la santidad, para mantener una conexión espiritual con Él, y a través de esta conexión, una conexión viva representada por una vid viva, nos está llamando a una conexión espiritual entre nosotros. Me gustaría señalar que en cualquier vid, no hay dos ramas idénticas, el grado de desarrollo puede ser diferente, los tamaños y la posición pueden ser diferentes, y la salud y el crecimiento pueden ser diferentes, pero siempre que las ramas estén conectadas a través del tallo hasta la raíz, sigue siendo una vid alimentada en la fuente. Jesús continúa diciendo, [6] «El que no permanece en mí es desechado y se seca, como las ramas que se recogen, se arrojan al fuego y se queman.» [7] «Si permanecen en mí y mis palabras permanecen en ustedes, pidan lo que quieran, y se les concederá.» [8] «Mi Padre es glorificado cuando ustedes dan mucho fruto y muestran así que son mis discípulos.» Esta es una promesa emocionante: si permanecemos conectados a la fuente de la vida, Jesucristo, él proveerá para todas nuestras necesidades espirituales, que creo que incluyen la necesidad de pertenencia, la necesidad de unidad, la necesidad de familia. Además, quisiera señalar aquí que la unidad no significa uniformidad. Como cada pámpano de la vid es diferente, también podemos seguir siendo diferentes —diferentes congregaciones, diferentes denominaciones, diferentes expresiones contextualizadas de la vid en diferentes naciones— pero a través de todo, conectados en la raíz a Cristo como fuente de poder. No quiero minimizar la realidad de las dificultades que enfrentamos en nuestras naciones o la realidad de la pecaminosidad significativa que continúa reinando en nuestro mundo. Jesús también reconoce esto en Juan 15 cuando dice: [6] «El que no permanece en mí es desechado y se seca, como las ramas que se recogen, se arrojan al fuego y se queman.» Este es el juicio de Cristo para aquellos que intencionalmente se alejan de la vid. Que no sea así para nosotros. Que nosotros, como cristianos, a pesar de nuestras diferentes perspectivas, diferentes experiencias, diferentes dolores, diferentes historias, sigamos mirando a Cristo como nuestra fuente de vida y, a través de él, nos veamos como ramas compañeras de la misma vid, alimentada por la misma fuente. Y que dejemos la poda al maestro jardinero que es nuestra cabeza. [9] «Así como el Padre me ha amado a mí, también yo los he amado a ustedes. Permanezcan en mi amor.» Tenemos mucho trabajo por hacer, y antes de hacer ese trabajo, simplemente descansemos en el conocimiento de que somos uno con el creador del universo. Descansemos en el conocimiento de que el trabajo pesado corresponde a Cristo, y al inclinarnos hacia su visión, su ser, su vid, seamos fieles colaboradores en la obra que conduce a una nueva visión de unidad para La Iglesia de Cristo, una unidad que será vista por aquellos que no son de la vid como un ejemplo de lo que podría ser, un ejemplo a seguir por nuestras naciones. —Colin P Watson Sr. Director Ejecutivo Iglesia Cristiana Reformada en Norteamérica CANAAC Coordinador adjunto del Comité Directivo P: ¿Cuál es tu único consuelo tanto en la vida como en la muerte? R: Que yo, con cuerpo y alma, tanto en la vida como en la muerte, no me pertenezco a mí mismo, sino a mi fiel Salvador Jesucristo —Catecismo de Heidelberg, Pregunta y Respuesta 1 Como capellana de un hospicio no confesional, paso mis jornadas ofreciendo apoyo espiritual y compañía a las personas que han recibido un diagnóstico terminal, y también a sus seres queridos. Conozco a personas de una amplia gama de creencias religiosas y de diversas orientaciones espirituales, desde aquellas que son muy devotas hasta las que no tienen nada de religiosas. Independientemente de la fe que profesen, la mayoría de las veces lo que buscan las personas cuando se acercan al final de sus vidas es la certeza de que son amadas, de que son importantes y de que no están solas. Se trata de peticiones completamente naturales y de mensajes vitales que hay que recibir, especialmente cuando las personas se enfrentan a la muerte y a la oportunidad de reflexionar más detenidamente sobre lo que significa la vida. Como pastor invitado a tiempos sagrados de transición, es un honor y un privilegio bendecir a las almas humanas con esos mensajes que siempre hay que repetir: eres una persona amada. Eres importante. No estás en soledad. Y si bien mi actividad me llama a espacios con una aguda conciencia de la muerte, los hospicios están lejos de ser la única ventana a la certeza de que la vida en este planeta es temporal. Al momento de escribir este artículo, el mundo se encuentra en el 14º mes de una pandemia global en la que ya 3.352.109 personas han muerto a causa del COVID-19. La violencia y los asesinatos por motivos raciales o étnicos son cada vez más publicitados, a menudo sancionados y perpetuados por los sistemas y poderes de los cuales se espera que sirvan y que protejan la vida humana. Las personas que expresan su género o su sexualidad de forma incomprendida dentro de un marco binario, son objeto de ataques y asesinatos desproporcionados. El consumo desenfrenado y la contaminación están destruyendo la vida de las plantas y de los animales a un ritmo exponencial. Las circunstancias de una muerte pueden ser horribles, sin embargo, la muerte en sí no es la enemiga. “Si vivimos, para el Señor vivimos; y, si morimos, para el Señor morimos. Así pues, sea que vivamos o que muramos, del Señor somos.” (Roman0s 14:8 NVI). La clave está, por lo tanto, en saber que, ya sea en la vida o en la muerte, somos personas amadas, que importamos y que no estamos solos o solas. ¿Puedes imaginar el florecer posible de toda la creación si creyera y experimentara realmente que estos mensajes son verdaderos en cada momento de cada día? La Reforma Protestante afirmó la inmediatez de la presencia de Dios y eliminó las barreras para que las personas laicas conocieran y experimentaran a Dios a través de un culto y de unas Escrituras cada vez más accesibles. Sin embargo, el culto y las Escrituras no son nuestros únicos puntos de acceso a Dios. En mi denominación, nos gusta decir que "Dios continúa hablando". Esta afirmación contiene el hecho de que Dios ciertamente habla a través de la Escritura, pero ésta no fue ni el principio ni el final de la revelación de la verdad y del amor de Dios hacia la humanidad. La Iglesia, por ende, es convocada a cultivar siempre la imaginación y la atención a las innumerables formas en que Dios nos tiende la mano para hacernos saber que importamos, que somos personas amadas y que no estamos solos o solas. ¿Puedes percibir el amor de Dios por ti en un diente de león, en una vacuna o en un sorbo de agua limpia? ¿Puedes sentir que Dios te demuestra lo que vales a través de una relación amorosa en tu vida, la fuerza de tus emociones o una pieza musical? ¿Puedes sentir que no estás solo o sola cuando sientes la tierra debajo de ti, cuando una persona que no conoces asiente o te sonríe y te dice "que tengas un buen día", o cuando otra bocanada de oxígeno entra en tu cuerpo, por un momento más? Independientemente de quién seas tú o de dónde te encuentres en el camino de la vida, al considerar tu propia mortalidad, por cercana o lejana que sea en el futuro, que puedas hallar consuelo al saber que pertenece plenamente a Dios. —Rev. Bethany Joy Winn Iglesia Unida de Cristo, EEUU de NA Bethany es una ministra ordenada en la Iglesia Unida de Cristo (UCC, por sus siglas en inglés). Actualmente se desempeña como capellana en Spectrum Health Hospice and Palliative Care en Grand Rapids, Michigan, EE. UU. De NA. En 2017 fue miembro de la delegación de la UCC a la Asamblea General de la CMIR (Comunión Mundial de Iglesias Reformadas) realizada en Leipzig, Alemania. |
AutoresMiembros de la CANAAC. Archives
January 2023
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