Porque «todo el que invoque el nombre del Señor será salvo». Ahora bien, ¿cómo invocarán a aquel en quien no han creído? ¿Y cómo creerán en aquel de quien no han oído? ¿Y cómo oirán si no hay quien les predique? ¿Y quién predicará sin ser enviado? Así está escrito: «¡Qué hermoso es recibir al mensajero que trae buenas nuevas!» Sin embargo, no todos los israelitas aceptaron las buenas nuevas. Isaías dice: «Señor, ¿quién ha creído a nuestro mensaje?» Así que la fe viene como resultado de oír el mensaje, y el mensaje que se oye es la palabra de Cristo. —Romanos 10:13-17 El versículo 17 de Romanos 10 nos habla hoy a todas las personas, sin importar en qué lugar del mundo estemos trabajando. La CMIR está formada por 232 iglesias miembros que abarcan lugares geográficos de todo el globo: África, Asia, el Caribe, Europa, América Latina, Oriente Medio, América del Norte y el Pacífico. Somos una comunión que trabaja en nuestros variados contextos y locaciones hacia el objetivo común de compartir la fe a partir de lo que se oye: la palabra de Cristo. Nuestro mundo actual se ha visto sumergido en una experiencia idéntica a la de Job (no duden en leer el libro de Job), que puede fácilmente abrumarnos y hacer que el miedo permee cada uno de nuestros movimientos. Afortunadamente, tenemos un don que compartir con el mundo, un don que supera al tiempo, a la edad y a los acontecimientos. La Palabra de Dios es ese regalo y está llena de promesas, de testimonios y de ESPERANZA. De hecho, el mundo necesita oír esta palabra de esperanza en tanto lidiamos con la inestabilidad de la vida en estos tiempos. A lo largo del tiempo, la Iglesia se ha encontrado defendiendo a muchas personas y colaborando con las buenas acciones que se llevan a cabo en favor de la unidad global, la sostenibilidad y la justicia. Como personas que trabajan para el Señor en cualquier ámbito, parece haber un ciclo interminable de protestas sobre las cuales trabajar. Resulta imperioso entonces que, quienes trabajamos en estas funciones, también escuchemos y nos aferremos a las palabras esperanzadoras que las Escrituras contienen, para que no zozobremos en medio de la constante marea de problemas de justicia que sacuden nuestras sociedades. Debemos saturar nuestros espíritus con la Palabra para que lo que salga de nosotros y de nosotras -a través de nuestros labios o de nuestras manos- se rodee de bondad, permitiendo el crecimiento y la gracia. La que sucede es que, cuando la realidad se impone, como a veces ocurre, resulta más atractivo rendirse. La verdad es que el mundo necesita que cada uno y cada una de nosotros y nosotras trabaje diligentemente en sus áreas para compartir la esperanza, la luz, el amor y la gracia. Nuestra tarea es esencial para mantener la bondad y las cosas buenas de esta tierra. La porción de la Escritura de hoy nos impulsa a reconocer que nuestros esfuerzos nunca son en vano. Así que, sigamos trabajando y esforzándonos, trabajando y dando, para que todas las personas que invoquen el nombre del Señor alcancen la salvación. Como Secretario de CANAAC, trabajando en Trinidad y Tobago, un pequeño país del Caribe, valoro la increíble tarea que realizan todas y cada una de las personas en la región de CANAAC y en toda la CMIR. Esto es vivir con propósito y cumplir con la comisión de Jesús: llegar y atraer a las personas al abrazo de Dios, para que ellas también encuentren consuelo, paz, gozo y esperanza en medio de un mundo extraño. ¡Trabajemos todos y todas para el Señor con alegría, sabiendo que servimos junto a muchas otras personas por un mundo mejor, una sociedad justa y un pueblo con esperanza! —Simone Singh-Sagar Coordinador Juvenil Nacional Iglesia presbiteriana de Trinidad y Tobago Secretario de CANAAC
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January 2023
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